Hicieron mal a México todos aquellos que publicitaron la
torpe y equívoca idea, hace 6 años, de que "Andrés Manuel López Obrador es
un peligro para el país".
Le
hacen un gran daño a los mexicanos todos aquellos que pagan, y accionan, para
difundir el erróneo concepto de que "Enrique Peña Nieto es un mal para
México".
No
hay duda de que López Obrador, en aquel caso, fue la víctima directa, y con
ello el pueblo fue ofendido. La pareja Fox en el poder, algunas familias
multimillonarias, y partes claves del gobierno de los Estados Unidos, fueron
los victimarios.
Ahora,
aquel dañado Andrés Manuel y los grupos radicales que lo acompañan se han
convertido en los victimarios. Son, y así aparecen, como los vengadores de la
pasada afrenta. Y su actitud violenta se dirige a Enrique Peña Nieto y al
Partido Revolucionario Institucional que lo postula.
Así,
gran parte de los mensajes de López Obrador y los partidos políticos que lo
promueven son "anti", y no son "pro", como se supone que
deberían ser, en relación a su candidato y partido. Y a esta táctica del
"contra", y no "a favor", se ha sumado la "jefa
Josefina" y el PAN.
De
alguna manera, la víctima y sus victimarios en la campaña electoral federal del
2006 se han aliado, para aplicarle una táctica parecida en este 2012 a quien
les lleva una delantera demasiado cacareada.
Por
ello, a estas alturas del proceso, todo es anti Peña Nieto y anti PRI, de
manera alocada, emergente, y frenética, sin importar que se descarrile toda la
elección federal, y México padezca una crisis inédita.
Imaginemos, por un momento, que a partir del día de
hoy los cuatro candidatos a la Presidencia de la República se dedican a
promover a cada minuto el anti, el contra, unos frente a los otros, todos en
contra de todos, convirtiendo a un proceso electoral que debería ser una
contienda de ideas y propuestas, positiva, didáctica, y humanista, en un sucio
estercolero de guerra insensata.
Si ese desquiciamiento enfermizo fuese una constante,
sería equiparable, toda proporción guardada, a que por tiempo indefinido todo
el territorio patrio quedara incendiado, o inundado totalmente, o sembrado de
marihuana en su cabal extensión geográfica, o dedicados los 112 millones de
mexicanos exclusivamente a una guerra electoral. Claro que si se diera alguna
de estas opciones para esa prolongada temporalidad, la viabilidad del país
sería nula.
Sé que exagero, pero lo hago con el didáctico ánimo
de explicar mejor el amenazador fenómeno social que estamos padeciendo.
"Incendiar la elección... con terrorismo
electoral... auxiliado de una parte del PAN. Entre ellos Josefina Vázquez
Mota" es el querer lópezobradorista, recurriendo "a la oclocracia, a
la dictadura de las masas, para voltear los números a su favor", según la
conceptualización periodística de Beatriz Pagés.
Todo debe
ser en pro de México, en pro de los mexicanos.