miércoles, 16 de mayo de 2012

Mal que Corroe MANÍA POR LA VIOLENCIA


            "Sólo con un cambio de régimen se acabará la violencia en el país"; así lo sentenció Andrés Manuel López Obrador.
            Y ese mismo candidato a la Presidencia de México se ha personificado como el único que puede generar ese cambio. Nadie más, exclusivamente él.
            Michoacán y México viven al filo de la violencia motivada por una mezcla de causas; algunas no ajenas al gobierno federal, que circula por la derecha y que está por irse, y otras motivadas por la autodenominada izquierda, que se resiste a marcharse, desobedeciendo el mandato ciudadano de un voto adverso.
            Esos extremos están dispuestos a generar violencia, y a acrecentarla en la medida de sus posibilidades, teniendo a favor de su virulenta causa los graves problemas socio económicos que ellos mismos han creado a su paso por el poder público.
            El centro de esa izquierda y de esa derecha no está del todo exento de responsabilidad, puesto que de una u otra forma ha participado en la incubación de la problemática que hoy nos aqueja de manera tan aguda.
            Enrique Peña Nieto, el mejor posicionado, es el único que afirma que él reconocerá el triunfo de quien gane estas elecciones, y laborará en torno del vencedor, exhortando a la unidad nacional, invitando a todos los demás contendientes a que hagan lo mismo.
            Gabriel Quadri, el último de la fila, se ha unido en forma explícita a tan necesaria actitud.
            En cambio Josefina, pero sobre todo López Obrador, son sembradores de violencia contra Peña Nieto. Ambos rijosos, a su manera, han armado cruzadas virulentas y ponzoñosas en su contra.
            Como ejemplo de lo anterior tenemos el proceder agresivo e intolerante de algunos miembros de la Universidad Iberoamericana en contra del PRI y Enrique Peña Nieto, portando símbolos del PRD, y avergonzando a muchos integrantes de esa universidad que reprueban a la intransigencia y al sectarismo.
            Ante eso, Peña Nieto ha sido tolerante, sereno, escuchando con respeto, contestando con soltura, precisión, y razonamiento, lo que a su juicio considero necesario y prudente. Pero una actitud así parece poner más nerviosos y violentos a sus adversarios electorales.
            Y la violencia, aunque resulta una constante histórica en México, de emblemático reconocimiento en ciertas etapas de nuestra vida nacional, en nada nos ayudaría a los mexicanos en este tiempo, más cuando todos estamos observando que está motivada por fuerzas poderosas que provienen de los Estados Unidos de América.
            Aunque para el tabasqueño la única fuente de la violencia "es el actual régimen de corrupción... y de ganar la elección tendré la capacidad de resolverlo pronto", existen múltiples y variadas causas de la violencia que padecemos, y él no puede resolverlas pronto, sino que su remoto triunfo las activaría irremediablemente.
            En derredor de Andrés Manuel hay gente valiosa, pero también hay personas muy deshonestas, y con ellas proseguiría la corrupción, pero, claro, en amarillo y de manera amorosa.