Hace
259 años que nació un niño a quien se le puso por nombre Miguel Gregorio Antonio Ignacio Hidalgo y Costilla
Gallaga Mandarte Villaseñor, en la Hacienda de
Corralejo, cerca de Pénjamo, en lo que fuera, en ese entonces, el Obispado de Michoacán.
Ese infante al paso de los años fue
conocido, simplemente, como Miguel Hidalgo y Costilla; y, al recibir su grado
de Catedrático de Prima de Sagrada Teología entregó un texto de su autoría bajo
el título de Disertación sobre el verdadero método de estudiar teología escolástica.
En
esa disertación afirma: "Es una perversa obstinación, decía Tulio, mantenerse con bellotas después de
descubiertas las frutas. Y ¿qué otra cosa es, añade el doctísimo Graveson,
estarse los Teólogos entretenidos en la discusión de unas cuestiones secas,
inútiles y que jamás pueden saciar el entendimiento, sino comer bellotas,
después de descubiertas unas frutas tan deliciosas como las que se nos han franqueado
del siglo pasado a esta parte? Son muchos los hombres doctos que han
enriquecido el reino literario en estos últimos tiempos. No ha habido edad en
que pudieran subir los hombres al templo de la sabiduría con tanta facilidad
como la nuestra. La Teología, que estaba enteramente obscurecida y reducida a
una Dialéctica contenciosa, ha comenzado a brillar nuevamente y a establecerse
en el trono de donde tan injustamente la habían arrojado algunos ingenios más
amantes de la sutileza que de la verdad. Los más hábiles Teólogos de nuestros
tiempos han conspirado para restituir a esta Reina de las ciencias a su antiguo
solio: y, efectivamente, en las más célebres universidades del orbe se halla ya
la Teología verdadera en pacífica posesión. Olvidadas ya aquellas escolásticas
sutilezas, que sólo servían para pervertir el buen gusto y perder el tiempo, se
ha introducido un nuevo modo de tratar las cuestiones, metódico, sí, pero con
arreglo a las Sagradas Letras, a la Tradición y a la doctrina de los Padres
amenizándolas con la Historia y adornándolas con todo género de erudición. Este
común consentimiento de los hombres más sabios me ha persuadido enteramente de
que el verdadero método de estudiar Teología es juntar la Escolástica con la
Positiva... si todos los Teólogos, así Positivos como Escolásticos,
convienen en que con el estudio de la Positiva no se sigue inconveniente
alguno, y todos los Positivos dicen que es inútil la Escolástica y que al fin
de un constante estudio sobre esta materia sólo hallarán por premio de sus
afanes conocer que han perdido el tiempo sin remedio..."
Si este criterio del Padre de la
Patria sobre la teología en el siglo XVIII, lo aplicáramos a la política
actual, y sobre todo al debate del domingo próximo pasado entre los cuatro candidatos
a la Presidencia de la República, diríamos que fue una pérdida de tiempo sin
remedio, al repetirse todos sin nada positivo, y a costos elevados para un
pueblo desempleado.