lunes, 1 de marzo de 2010

¿QUIÉN ES EL PRÓXIMO?


Haití, Chile…
¿QUIÉN ES EL PRÓXIMO?

            El planeta en donde habitamos, al que llamamos Tierra, es un ser vivo, tan vivo como nosotros mismos.
            Tiene los cuatro elementos de la química y física presocrática: agua, fuego, tierra y aire; y en ellos se combinan armónicamente los más de 116 elementos que la química actual reconoce, y los cuales ordena por número atómico.
            En el siglo XX algunos antropólogos cósmicos afirmaron que la Tierra era una especie de nave espacial que transportaba a los seres humanos. Esa metáfora ha resultado errónea.
            Ahora observamos, con mucha claridad, que los hombres no somos los navegantes de esta enorme pelota voladora que gira sobre su propio eje, al mismo tiempo que se traslada al derredor del Sol, ya que somos parte integrante, y minúscula, del propio planeta. Lo que nos acerca, otra vez, a la visión de los países indígenas precortesianos.
            Estamos constituidos por Coatlicue, por Xipetotec, por Tláloc, por Huitzilopochtli, por Quetzalcóatl, elementos terráqueos convertidos en dioses por quienes no podían comprender la realidad sino a través de su actitud religiosa y mágica, a nivel de su desarrollo.
            Estamos formados por todos esos elementos, con la singularidad de que siendo parte de ellos, ese todo ha condicionado y permitido la evolución de nuestro sistema nervioso, conduciéndonos a ser una conciencia de lenguaje simbólico, y una mano inteligente y modificadora, de todo nuestro entorno y de nosotros mismos.
            Y eso conlleva una responsabilidad, a la altura de la cual no hemos estado. ¿Quién habla a nombre de la Tierra?, ¿quién se expresa  nombre de la Tierra?, ¿quién determina a nombre de la Tierra?
            Empero, cuando esa responsabilidad no se cumple, la Tierra retoma su natural fuerza decisoria, más cuando siente que esa parte de su ser, los humanos, pretenden evadirse de su área cósmica, yendo a otros astros vecinos a seguir cometiendo las torpezas suicidas aplicadas aquí.
            Desde luego que debe haber exploración del cosmos por parte de los humanos, pero no con afectación a la Tierra, no por haberla contaminado, empobrecido  y enfermado. No bajo la idea que como la hemos desgastado tanto, ya no nos sirve, y huimos para ubicarnos en otro astro. Auto descubrirnos a nosotros en el océano cósmico, sí, una vez que nos hayamos inventado y descubierto sanamente dentro de, y en consideración al, planeta del que formamos parte integral.
            Mientras no lo hagamos así, y suicidamente destruyamos a la Tierra, ella nos sigue respondiendo con gran enojo. Ayer en Haití, hoy en Chile, mañana no sabemos aún dónde, ¿será en México?, ojalá y no, deseo que no se dé en ninguna parte, pero nuestro todo seguirá con mayor fiereza y frecuencia dando contestación a nuestra actitud soberbia e imprudente.
            El terremoto en Chile, de 8.8 grados en la escala de Richter, generó un tsunami que se resintió en Hawái, sus efectos han sido devastadores. Hasta el momento llegan a cerca de 800 muertos; pero, los efectos están resultando de mayor daño, motivando el toque de queda en las regiones afectadas. El humano también se enloquece, después de recibir esas respuestas por enloquecer al planeta. Es toda una retroalimentación espeluznante  de aguda demencia.
            Pero como en todos los problemas, nunca llegamos al fondo de la cuestión, y andamos simplonamente en superficies banales.