lunes, 15 de marzo de 2010

RODEADO DE HAMBRIENTOS


Rico Mac Carlos
RODEADO DE HAMBRIENTOS

            Parafraseando el poema del sevillano Rafael de León, (1908-1982)  fuera del área del romanticismo andaluz en donde fue concebido, lo aplico al caso del mexicano Carlos Slim Helú, enlistado recientemente por la revista Forbes como el hombre más rico del mundo: “¡Hay qué alegría y qué pena!
            Alegría por ser paisano, por la ingenuidad patriótica o chauvinista, similar a la que sentíamos de niños al publicitarse que la Ciudad de México era ya la más grande del mundo, cuando su grandeza no le viene por su calidad, sino por su simple cantidad, masiva y torpe que debe de avergonzarnos cuando en el 00.2 por ciento del territorio nacional tenemos viviendo al 25 por ciento de la población de nuestro país.
            Gusto de que un mexicano les haya ganado a los multimillonarios gringos. Parecido al aliento pueril que todavía nos da el saber que Pancho Villa invadió a los Estados Unidos de América, y les hizo travesuras en Columbus, provocando que el gobierno de aquel país enviara una expedición militar punitiva a mando del general John J. Pershing para ajusticiar a Villa, fracasando en su cometido, e induciendo a que el jefe de la División del Norte afirmara mordazmente que: “Pershing me la pershigna”.
            Júbilo cándido tenemos todos los mexicanos en el fondo de que la fuerza de una empresa como Teléfonos de México siga siendo la única en nuestra Nación, y no haya podido entrar ninguna de las compañías gringas a hacerle competencia, aunque la tengamos como monopolio; en cambio, la habilidad del mexicano ricachón lo ha convertido en uno de los fuertes accionistas de varias empresas gringas, entre las que se encuentra el simbólico New York Times.
            Pero nos da pena que su fortuna represente, en contrapartida, la miseria de millones de mexicanos, que carecen no sólo de empleo, sino que no tienen ni alimento ni posibilidades de medicinas y atención médica, menos de educación.
            Vergüenza nos produce el que Slim, y la gente socia de él, personalicen la pésima organización socioeconómica que actualmente vive México en cuanto a la distribución de la riqueza. El llamado Rico Mac Carlos, a similitud del personaje de Walt Disney nominado Rico Mac Pato, tiene aproximadamente 54 mil millones de dólares americanos, suficientes para nadar en dinero él y sus descendientes, mientras en México y en el mundo hay seres humanos sin gota de agua potable ni vivienda digna y decorosa ni siquiera drenaje.
            Desesperanza nos provoca el entender que ni él mismo puede hacer nada para frenar al sistema que lo privilegia de tan irracional manera, incitándole seguramente a una serie de contradicciones dolorosas en su propia conciencia, que lo convierte en un ejemplo claro de los gana dineros, tan apreciados por el sistema que está en la cúspide en estos tiempos, salvajemente mercantilistas, y colocándole en derredor a millones de hambrientos.
            La misma revista Forbes debería de publicar no sólo los nombres de los 20 personajes más ricos del mundo, sino los nombres y nacionalidades de los 20 seres humanos más pobres de la Tierra, bajo el fragmento del poema citado: “¡Hay qué alegría y qué pena!
            Y de pasada, también, ¡hay qué alegría y qué pena! que el Presidente Barack Obama se encuentre “indignado por los asesinatos de tres personas vinculadas al Consulado Estadunidense en Ciudad Juárez”, y que no se haya indignado nunca por la manera en que asesina a los inmigrantes mexicano la patrulla gringa fronteriza.