miércoles, 31 de marzo de 2010

PERSIGNARSE LA BRAGUETA

Estigma Imborrable
PERSIGNARSE LA BRAQUETA

Leí con especial detenimiento lo externado, en esta semana llamada santa, por Alberto Suárez Inda, arzobispo de la iglesia católica en Michoacán, y resumido en nota periodística por nuestra compañera Rosa María Sánchez Rincón.
Tras el escándalo generado por los actos de pederastia del fundador de los Legionarios de Cristo, Marcial Maciel Degollado… Suárez Inda… dijo: ‘… veamos el inmenso bien que podemos hacer y el terrible daño que podemos causar… la sociedad nos reclama ser coherentes y ser fieles… ser más humildes… y tener más cuidado para actuar como el pueblo lo espera, y nosotros mismos lo hemos prometido… hay raíces muy hondas de maldad en algunos corazones”.
Entresacó lo que me ha parecido de mayor interés para los efectos de este artículo, ya que actualmente, a la vista de todos está, que no sólo es un escándalo aislado y personal de Marcial Maciel, sino que por todo el mundo católico brotan las denuncias de corrupción pecaminosa y espesa de ministros de ese culto.
Por toda Europa y Estados Unidos de América han proliferado las denuncias, y la batahola ha reventado por las desviaciones sexuales, de toda índole y nivel, mostrando podredumbres escalofriantes, infidelidades a la carne y a los principios, y totales incoherencias con la doctrina y la fe pregonadas a título de dogmas.
El estruendo de esa bronca no sólo alcanza a los Legionarios de Cristo, sino al mismo Papa Benedicto XVI, y a su antecesor, el Papa Juan Pablo II. Las recientes revelaciones divulgadas por el influyente diario The New York Times presumen los encubrimientos a muy alto nivel, y por razones multimillonarias en euros.
Y el cardenal de Austria, Christoph Schoenborn, asegura, en respuesta a tanta algarabía, que “el actual Papa Benedicto XVI, cuando fungió como cardenal Ratzinger, y dirigía la Oficina del Vaticano, encargada de lidiar con este tipo de casos, intentó investigar todos los abusos sexuales, pero sus intentos fueron obstruidos por su antecesor, el Papa Juan Pablo II.
Obvio que el muerto ya no puede defenderse, ni ofrecer sus razones, pero esto nos da idea exacta del problema que se ha generado, a tal grado, que en varios países de Europa empiezan los medios masivos de comunicación a ventilar, con diversos estilos periodísticos, la posibilidad de la dimisión o renuncia del actual Papa.
Empero, a la Humanidad, pero sobre todo al mundo occidental, no les es conveniente que a la maldad de algunos corazones se agregue la maldad de otros, y a todos ellos la maldad de quienes sólo quieren destruir, sin tener proyectos claros, excelentes, y viables, de con qué se pueden sustituir las instituciones actuales.
Por otra parte, las desviaciones y deformaciones sexuales no son exclusivas ni de los ministros del culto católico ni de los jerarcas religiosos, cualquiera que sea su creencia. La pederastia no la monopolizan los sacerdotes del catolicismo; sin embargo, como ellos cargan con el voto del celibato, considero que este es un buen tiempo para que reflexionen sobre la pertinencia de incumplido sacrificio.
Desde el renacimiento religioso se indicó que nada en la Biblia obliga a tales votos; y la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos no los permite, como la mayor parte de los sistemas jurídicos del mundo.
Ese estigma histórico imborrable de incoherencia, de votos de celibato con conductas de libertinaje sexual, de sacerdotes que se alzan la sotana y se persignan la bragueta, debe ser materia de estudio, de reflexión. La Iglesia Católica desde finales del siglo XX se ha venido reformando. Bien le valdrían nuevas reformas al respecto, con toda responsabilidad.
Ante tanta suciedad y escándalo, conocemos sacerdotes inteligentes, trabajadores, honorables, gente de bien, y creo que deben ponderar muchas cosas al respecto.