lunes, 22 de marzo de 2010

NO SABEN LA RECETA


Confiar en nuestra Primavera
NO SABEN LA RECETA

            Cuando ya no se cree en el gobierno ni en las autoridades, entonces es cuando más debemos fortalecer nuestra esperanza en algo o en alguien; por ende, confiar en la primavera siempre resulta pertinente, tan acertado como encomendarnos a nosotros mismos.
            Hace apenas unos días que se inició la estación primaveral, la que cada año parece renovarse de distintas maneras. En este año 2010 se perciben sus extremos climáticos: calor a ciertas horas, con vientos fríos en otras, pero eso sí, la prima-vera siempre nos obsequia su primera verdad, aunque esa verdad termine por dolernos.
            Qué agraviante y dramático nos resultó, por ende, el enterarnos que “los dos sicarios acribillados por las fuerzas armadas de México frente al Tecnológico de Monterrey”, en su campus de aquella ciudad capital del Estado de Nuevo León, no eran sicarios, sino estudiantes de postgrado de ese renombrado instituto de enseñanza superior.
            A quienes, por parte del gobierno, se les tuvo como cadáveres de delincuentes desconocidos, y tratados como tales por las policías y las procuradurías, para finalmente ser reconocidos y reclamados por sus familiares respectivos, y calificados por el Rector de ese Tecnológico de Monterrey, Rafael Rangel Sostmann, como destacados alumnos: Jorge Antonio Mercado Alonso y Javier Francisco Arredondo Verdugo. Tardando varios días el gobierno federal en reconocer su error, y su crimen.
            ¿Cómo es posible que esto acontezca?, se vuelve a preguntar la sociedad mexicana, y todos y cada uno de los mexicanos, cuando salen a  la luz pública estas brutales equivocaciones gubernativas. Y nos cuestionamos: ¿cuántos casos similares quedarán sin conocerse?, ¿cuánto nos cuesta cada torpeza criminal del gobierno?, porque con nuestros impuestos se pagan las balas, las armas, y los salarios y gastos de nuestras fuerzas armadas.
            Es tiempo de que alguno de los cercanos colaboradores del Presidente Felipe Calderón Hinojosa, o de sus parientes más estimados, lo inviten a la reflexión objetiva, autocrítica, serena, inteligente. Algo, acaso, pueda lograrse por ese camino a favor del país, y del propio Presidente.
            Creo en la primavera, en la nuestra, y tengo confianza en los seres humanos que en ella confían. Observen que con la prima-vera nació el mejor de nosotros: Benito Juárez, quien entendiendo desde niño y como Presidente de México sus propias y personales limitaciones, se rodeó, con toda humildad, de colaboradores con destacadas cualidades; y así se constituyó la Generación de la Reforma.
            En estos tiempos nuestras máximas autoridades son tan soberbias, y tan sin oficio, que sus burdos errores resultan tan continuos como las paradas de las combis. Benito Juárez, no hay duda, sigue siendo el gran arquetipo.
            Observen otro traspié. Mientras el general brigadier Benito Medina, director de Educación Militar de la Secretaría de la Defensa Nacional, afirma: “México no puede solo contra el narcotráfico y el crimen organizado… y requiere del apoyo extranjero…”, el Presidente Felipe Calderón asegura: “La lucha contra el narcotráfico y el crimen organizado seguirá hasta que la legalidad venza”.
            La secretaria de Estado Hillary Clinton llegará a México el día de hoy para conversar con el Presidente Calderón y su gabinete de seguridad. Ella sí sabe la receta, pero seguramente no se las dirá. En esta materia los intereses del gobierno gringo corren opuestos a México. Su primavera es tan distinta a la nuestra.