lunes, 9 de marzo de 2015

Extintos los capos
¿QUIÉN OCUPARÁ ESOS ESPACIOS?
        Es un aliento esperanzador el observar acciones gubernativas que ponen fuera de circulación a los capos, tanto del narcotráfico como del crimen organizado.
        Sin mezquindad, reconozcamos el esfuerzo que ha venido realizando, en ese sentido, la administración del Presidente Enrique Peña Nieto.
        Empero, muchos mexicanos nos sentimos en camino hacia un abismo, rumbo a graves problemas económicos, y cargando una pésima forma de organización social que, en gran medida, es la causa de la existencia del narco y de la delincuencia organizada.
        Parece que la relativa eficacia de las medidas gubernativas, en los temas delincuenciales en cita, sólo operan en el follaje, a veces espectacularmente, pero no en la estructura, en el fondo, en la etiología de tan delicados problemas.
        El pueblo aprueba la aplicación de la ley en los casos de Caro Quintero, Amado Carrillo, Chapo Guzmán, la Tuta, y muchos otros de renombre en el pernicioso campo de la gran delincuencia.
        Pero el vacío, relativo, que ellos han dejado es invadido ipso facto por otro delincuente, por lo general más inhumano, avezado y cruel, que sus antecesores.
        ¿De qué sirve, entonces, el trapear constantemente un piso mojado, si antes no se cierra eficazmente la llave del agua que causa la inundación? Estamos aplicando con mucho costo una política errónea.
        Es preferible, primero, suprimir la atmósfera que genera a tan peligrosa delincuencia, cerrando la llave por donde se producen tanta inseguridad y tan graves delitos, al mismo tiempo que se combate a los efectos.
        Para el caso que nos ocupa, matar al perro no es acabar con la rabia, pues detenido o muerto el respectivo capo, el mal del crimen organizado y del narcotráfico sigue, renovado, con su dañina presencia. No sólo es tarea de extinguir a los cabecillas de tan perversos grupos, sino el atajar de raíz al mal estructural que los produce.
        El fenómeno de la relatividad general planteado por Albert Einstein hace 100 años, en su teoría sobre la gravedad, el espacio, el tiempo, y el universo, superado por varios de sus sucesores, nos conduce a precisar que no existen los vacíos absolutos, y que todos los espacios son características de la materia moldeadas por ella, como el tiempo, y el universo todo, deberíamos con inteligencia socialmente organizada cubrir esas oquedades relativas con colectivos armados de sistemas culturales, éticos, económicos y jurídicos eficaces.
        No hacerlo, así, da la impresión de torpeza gubernativa, o de corrupción cómplice.
        De poco sirve que se dragonee presuntuosamente de que se ha hecho una gran cantidad de detenciones, las que atacan exclusivamente los síntomas, dejando intocables las motivaciones estructurales y de fondo que ocasionan esos repudiables efectos.
        La seriedad de una autoridad responsable, y eficaz, no requiere de fuegos artificiales frívolos que no engañan a nadie.
        Lo real es que PEMEX, encajuelado en una reforma energética inoportuna, carga una pérdida de 17,900 millones de dólares, mientras la depreciación del peso mexicano sigue en caída.