Jamás privatizar
NI AL AGUA NI AL
AIRE
Ante tanto reclamo, la Junta de
Coordinación Política de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, de
nuestro país, decidió por unanimidad "posponer el tiempo que sea necesario
la discusión, en el plano, del dictamen de la Ley General de Aguas".
Los ocho partidos políticos que integran
dicha junta pretenden organizar foros de discusión sobre el proyecto de esa
ley, y el dictamen realizado por las comisiones legislativas. Lo que en
principio se observa como algo correcto.
Si ese proyecto de ley, y el dictamen de
las comisiones legislativas, pretenden privatizar, en todo o en mínima parte,
tan preciado y vital líquido, van a provocar un estallido social.
El siguiente paso sería privatizar el
aire como uso personal y constante de los seres humanos. ¡Imagínense!, lo que
ganaría una empresa privada cobrándonos diez centavos por cada respiro.
Parece algo tan alejado y tan absurdo el
privatizar el aire, como lo es la privatización del agua y el cobro por ella;
salvo que, de alguna manera, ya están privatizadas en parte, esos dos elementos.
Los empresarios de las televisoras y de
la radio explotan a su provecho el aire, el espacio gaseoso en el que los seres
vivos del planeta Tierra nos encontramos.
Y con el agua, las grandes empresas
refresqueras han hecho su agosto durante todos los meses de cada año.
Las políticas públicas sobre el aire y
el agua deben revisarse de cara al pueblo de México. Quizá, hemos ido por
caminos equivocados, y esto nos ha conducido a un sin fin de crisis.
Las crisis en la vida del ser humano no
son nuevas ni ajenas a él; de suyo, el hombre es un eterno generador de
problemas, de conflictos, y cuando los resuelve bien, vuelve a crear más
dificultades, pero serán preñeces del desarrollo.
Por ejemplo, construir una aula y
asignar a un maestro de primer año de primaria, es zanjar un problema educativo
escolar, pero se forjan dialécticamente los atolladeros de las necesidades
restantes: primaria, secundaria, preparatoria, licenciatura, y demás grados
académicos de carácter escolar.
Pero si no se edifica esa aula ni se
nombra a ese maestro, de primer año de primaria, nos advendrán problemas de
subdesarrollo, al igual, si no prosigue nuestro esfuerzo de ir satisfaciendo las
propias necesidades. Y cuando estas insuficiencias toman tono de urgencia, de
gravedad, entonces se llega a un estado de crisis.
Pero las crisis son reveladoras de
nuestra propia vida, y no deben confundirse con las catástrofes.
Empero, para superar las crisis debemos
identificar clara y precisamente los problemas que las provocan, ya que las
hacemos más agudas y prolongadas al no entenderlas, y al no solucionarlas.
Respeto a nuestros problemas de agua y
de aire debemos estudiarlos sin prisas, pero sin pausas, como recomendaba
hacerlo, con toda la problemática nacional, el Presidente Adolfo Ruiz Cortines.
Simplemente habrá que agregar que la
responsabilidad social es indispensable.