Vasco de Quiroga
HUMANISTA DE SU
TIEMPO
El 14 de marzo del 1565 falleció en
Uruapan, Michoacán, quien se puso por nombre Vasco de Quiroga al venir a la
Nueva España en 1531 como oidor de la Segunda Audiencia.
Hace unos días, por ende, se cumplieron
450 años de la muerte del primer obispo de Michoacán, motivo por el cual se
efectuaron decenas de eventos, escribiéndose un buen número de artículos y
ensayos, reeditándose algunos libros al respecto, y pronunciándose muy diversos
discursos.
Hubo de todo en esas ceremonias.
Escuchamos a quienes dijeron que Vasco de Quiroga había venido a enseñar a los
indios a trabajar, a danzar, a hacer alfarería, a interpretar música; como si
los purépechas no hubieran trabajado, danzado, alfareriado, y musicalizado,
mucho antes de la llegada de los españoles a estas tierras.
Mejor sería haber dicho que Quiroga, a
su llegado como obispo, aportó con su equipo de colaboradores nuevas técnicas a
las actividades que eran, ya, bien conocidas por los pueblos originales del
imperio de Tanganxuán II.
Oímos a quienes se expresaron señalando
que en Europa y España se reconocía desde hace siglos, e ininterrumpidamente se
seguía reconociendo, la labor de Don Vasco; cuando ha sido un hecho notorio y
público que a mediados del siglo XX ni siquiera en Madrigal de las Altas Torres
se sabía quién era ese Vasco de Quiroga, a quien se había habilitado como
obispo de Michoacán en 1537.
Dos morelianos estudiosos de Don Vasco
dieron cuenta, por separado y en ese siglo XX, de que durante su visita a
España, nadie supo darles razón de Quiroga. Tanto Antonio Martínez Báez como
Miguel Bernal Jiménez dejaron testimonio de ello, afirmando cada quien en su
estilo que Vasco de Quiroga sólo pertenecía a México, sin percatarse, acaso,
que en ese acierto de buena fe había un error de fondo, ya que una figura como
ese tata es un arquetipo para la Humanidad entera.
Blasco Vázquez Alonso de la Cárcel fue
el nombre que en España llevó ese abogado que al venir a la Nueva España se
puso Vasco de Quiroga, y a quien habilitaron como primer obispo de Michoacán.
Venir a nuevas y lejanas tierras, a
hacer una nueva vida, invitaba a tener un nuevo nombre. El padre Motolinia se
llamaba allá Toribio de Benavente; Fray Alonso de la Veracruz en España fue
Alonso Gutiérrez; Fray Bernardino de Sahagún allende el océano se le conocía
como Bernardino Rivera; y, así, infinidad de casos. Por ello, nada tiene de
extraño que Alonso de la Cárcel hiciera lo mismo.
También observamos el esfuerzo que
realizan quienes se han dado a la tarea de lograr la beatificación de Vasco de
Quiroga, para de esta manera conducirlo a la santificación, cuando de los
hechos y documentos de ese primer obispo de Michoacán nada se desprende que dé
bases a esas exaltaciones. Sería una deformación grotesca.
Vasco de Quiroga es ¡un gran humanista
de su tiempo!