lunes, 16 de marzo de 2015

Vasco de Quiroga
HUMANISTA DE SU TIEMPO
        El 14 de marzo del 1565 falleció en Uruapan, Michoacán, quien se puso por nombre Vasco de Quiroga al venir a la Nueva España en 1531 como oidor de la Segunda Audiencia.
        Hace unos días, por ende, se cumplieron 450 años de la muerte del primer obispo de Michoacán, motivo por el cual se efectuaron decenas de eventos, escribiéndose un buen número de artículos y ensayos, reeditándose algunos libros al respecto, y pronunciándose muy diversos discursos.
        Hubo de todo en esas ceremonias. Escuchamos a quienes dijeron que Vasco de Quiroga había venido a enseñar a los indios a trabajar, a danzar, a hacer alfarería, a interpretar música; como si los purépechas no hubieran trabajado, danzado, alfareriado, y musicalizado, mucho antes de la llegada de los españoles a estas tierras.
        Mejor sería haber dicho que Quiroga, a su llegado como obispo, aportó con su equipo de colaboradores nuevas técnicas a las actividades que eran, ya, bien conocidas por los pueblos originales del imperio de Tanganxuán II.
        Oímos a quienes se expresaron señalando que en Europa y España se reconocía desde hace siglos, e ininterrumpidamente se seguía reconociendo, la labor de Don Vasco; cuando ha sido un hecho notorio y público que a mediados del siglo XX ni siquiera en Madrigal de las Altas Torres se sabía quién era ese Vasco de Quiroga, a quien se había habilitado como obispo de Michoacán en 1537.
        Dos morelianos estudiosos de Don Vasco dieron cuenta, por separado y en ese siglo XX, de que durante su visita a España, nadie supo darles razón de Quiroga. Tanto Antonio Martínez Báez como Miguel Bernal Jiménez dejaron testimonio de ello, afirmando cada quien en su estilo que Vasco de Quiroga sólo pertenecía a México, sin percatarse, acaso, que en ese acierto de buena fe había un error de fondo, ya que una figura como ese tata es un arquetipo para la Humanidad entera.
        Blasco Vázquez Alonso de la Cárcel fue el nombre que en España llevó ese abogado que al venir a la Nueva España se puso Vasco de Quiroga, y a quien habilitaron como primer obispo de Michoacán.
        Venir a nuevas y lejanas tierras, a hacer una nueva vida, invitaba a tener un nuevo nombre. El padre Motolinia se llamaba allá Toribio de Benavente; Fray Alonso de la Veracruz en España fue Alonso Gutiérrez; Fray Bernardino de Sahagún allende el océano se le conocía como Bernardino Rivera; y, así, infinidad de casos. Por ello, nada tiene de extraño que Alonso de la Cárcel hiciera lo mismo.
        También observamos el esfuerzo que realizan quienes se han dado a la tarea de lograr la beatificación de Vasco de Quiroga, para de esta manera conducirlo a la santificación, cuando de los hechos y documentos de ese primer obispo de Michoacán nada se desprende que dé bases a esas exaltaciones. Sería una deformación grotesca.
        Vasco de Quiroga es ¡un gran humanista de su tiempo!