miércoles, 11 de febrero de 2015

Pluribus Unum
PUEBLO Y SOLDADOS
        Un país con instituciones sólidas, honorables y útiles, constituye una gran nación; por ello, los destructores comienzan afectándolas.
        México ha gozado, en diversas épocas, de instituciones fuertes. En el siglo XX, a partir del Presidente Plutarco Elías Calles y su generación, se inició en nuestro país el México de las instituciones, aunque con desacierto Calles conservó sin límite de tiempo y condición, a su favor, el caudillismo, motivando, por su ánimo de perpetuidad, el quebranto con el cuarto Presidente de la República por él impuesto: Lázaro Cárdenas del Río.
        Hoy, todavía, somos herederos de las instituciones callistas, desarrolladas por los gobiernos subsiguientes, hasta que se llegó a las afectaciones que hoy padecen tales instituciones, sobre todo a partir de los sexenios de los presidentes Vicente Fox y Felipe Calderón.
        El General Salvador Cienfuegos, secretario de la Defensa Nacional, manifestó recientemente en la ceremonia conmemorativa del CII aniversario de la Marcha de la Lealtad: "Hay quienes quisieran distanciarnos del pueblo. ¡Imposible! Somos uno y lo mismo". Pluribus unum.
        Ésa es una forma de poner un límite a quienes pretenden perversamente afectar a una de las instituciones que debemos preservar: las fuerzas armadas de México, los soldados y los marinos de nuestro país, quienes con su conducta honorable, eficaz y patriótica, tienen por deber defender al pueblo, del que emanan y a quien sirven, llevando por jefe nato al Presidente de la República.
        Fuerzas armadas motivo de orgullo, con profunda raíz en nuestros mestizajes múltiples, con cimiento en la lealtad que mostró en todo su esplendor Mariano Matamoros y Guridi a José María Morelos y Pavón, quien personalizaba a la América Mexicana por ellos soñada.
        Matamoros fue descrito por sus contemporáneos como: "de pequeña estatura, delgado, rubio, de ojos azules, y su rostro conservaba las huellas de las viruelas"; valorándole como: "mi brazo derecho", "el más valiente de los insurgentes", "hombre íntegro, bizarro y estratega genial".
        Matamoros planteaba soluciones militares, y Morelos decidía; aquél ejecutaba las determinaciones de éste con toda disciplina y energía, aún en el caso que fueran en contra de las expuestas por él. Su lealtad fue reconocida por todos.
        Encabezó la caballería para romper las líneas enemigas en el Sitio de Cuautla; con profesionalismo venció a las tropas españolas en San Agustín del Palmar, respetando la mercancía que llevaban custodiada, y probando, así, "que los insurgentes somos soldados disciplinados y no hordas de bandidos como nos llama Calleja".
        Obsérvese que ni las fuerzas armadas de México ni su ejército tienen poco más de cien años. Tienen más de doscientos años, y fuertes raíces en la fragua histórica de nuestro pasado.
        Es momento, por necesidad y por convicción de todo mexicano, de iniciar la reconstrucción de nuestras instituciones nacionales. Sigamos, para ello, la mejor significación del pluribus unum, el concepto de que todos somos uno, y uno somos todos.
        Unidad de los mexicanos, sí, pero la que beneficie a la mayoría de los mexicanos.