Pluribus Unum
PUEBLO Y SOLDADOS
Un país con instituciones sólidas,
honorables y útiles, constituye una gran nación; por ello, los destructores
comienzan afectándolas.
México ha gozado, en diversas épocas, de
instituciones fuertes. En el siglo XX, a partir del Presidente Plutarco Elías
Calles y su generación, se inició en nuestro país el México de las
instituciones, aunque con desacierto Calles conservó sin límite de tiempo y
condición, a su favor, el caudillismo, motivando, por su ánimo de perpetuidad,
el quebranto con el cuarto Presidente de la República por él impuesto: Lázaro
Cárdenas del Río.
Hoy, todavía, somos herederos de las
instituciones callistas, desarrolladas por los gobiernos subsiguientes, hasta
que se llegó a las afectaciones que hoy padecen tales instituciones, sobre todo
a partir de los sexenios de los presidentes Vicente Fox y Felipe Calderón.
El General Salvador Cienfuegos,
secretario de la Defensa Nacional, manifestó recientemente en la ceremonia
conmemorativa del CII aniversario de la Marcha de la Lealtad: "Hay quienes
quisieran distanciarnos del pueblo. ¡Imposible! Somos uno y lo mismo".
Pluribus unum.
Ésa es una forma de poner un límite a
quienes pretenden perversamente afectar a una de las instituciones que debemos
preservar: las fuerzas armadas de México, los soldados y los marinos de nuestro
país, quienes con su conducta honorable, eficaz y patriótica, tienen por deber
defender al pueblo, del que emanan y a quien sirven, llevando por jefe nato al
Presidente de la República.
Fuerzas armadas motivo de orgullo, con
profunda raíz en nuestros mestizajes múltiples, con cimiento en la lealtad que
mostró en todo su esplendor Mariano Matamoros y Guridi a José María Morelos y
Pavón, quien personalizaba a la América Mexicana por ellos soñada.
Matamoros fue descrito por sus contemporáneos
como: "de pequeña estatura, delgado, rubio, de ojos azules, y su rostro
conservaba las huellas de las viruelas"; valorándole como: "mi brazo
derecho", "el más valiente de los insurgentes", "hombre
íntegro, bizarro y estratega genial".
Matamoros planteaba soluciones
militares, y Morelos decidía; aquél ejecutaba las determinaciones de éste con
toda disciplina y energía, aún en el caso que fueran en contra de las expuestas
por él. Su lealtad fue reconocida por todos.
Encabezó la caballería para romper las
líneas enemigas en el Sitio de Cuautla; con profesionalismo venció a las tropas
españolas en San Agustín del Palmar, respetando la mercancía que llevaban
custodiada, y probando, así, "que los insurgentes somos soldados
disciplinados y no hordas de bandidos como nos llama Calleja".
Obsérvese que ni las fuerzas armadas de
México ni su ejército tienen poco más de cien años. Tienen más de doscientos
años, y fuertes raíces en la fragua histórica de nuestro pasado.
Es momento, por necesidad y por
convicción de todo mexicano, de iniciar la reconstrucción de nuestras
instituciones nacionales. Sigamos, para ello, la mejor significación del
pluribus unum, el concepto de que todos somos uno, y uno somos todos.
Unidad de los mexicanos, sí, pero la que
beneficie a la mayoría de los mexicanos.