miércoles, 25 de febrero de 2015

Pesados los escalones
POR FALTAS EN LA EDUCACIÓN
        Una reforma educativa más acorde con nuestras necesidades debe partir del reconocimiento de nuestra realidad, sea cual sea, aunque resulte doloroso analizarla, y afecte a quien le afecte tal examen.
        Y esa reforma educativa es necesario que tenga como propósito el construir una sociedad (un México) mejor que la que actualmente tenemos.
        Tengamos el valor de vernos educativamente al espejo para reconocer que somos así, pero que no nos gusta serlo, por varios motivos, a cual más de explicables, o justificables en su caso.
        Requerimos también al observarnos, crítica y propositivamente, decidir en forma clara y precisa cómo deseamos ser, dentro de nuestras posibilidades.
        Agregando al cómo, cuándo, con quién, dónde y para qué, vamos a aplicar nuestro mejor esfuerzo para vivir el proceso dialéctico que nos conduzca de lo que lamentablemente somos, a lo que aspiramos ser.
        Lo anterior, partiendo de lo concreto y cotidiano, a efecto de transformar la realidad para bien de la mayoría de los mexicanos.
        Sin posibilidades de cubrir el amplio espectro de nuestro problema educativo en este breve artículo que tiene que ajustarse a un espacio periodístico, limitado, daré sólo ejemplos con enfoques iniciales.
        Es necesario que participen todos los mexicanos que deseen auxiliar a nuestro proceso educativo tan maltrecho, aplicando, en inicio, las normas jurídicas vigentes, a reserva de reflexionar sobre las aceptables propuestas que se reciban para modificar o adicionar nuestro sistema legal en la materia.
        Los sectores con mayor presencia en el fenómeno de la enseñanza aprendizaje son los maestros, alumnos y padres de familia. Entendiendo por maestros a quienes si van a clase, a quienes se preparan todos los días para participar en la investigación y la enseñanza, quienes en su vida personal son ejemplos con su hacer, expresar, y pensar, bajo el denominador de la congruencia.
        Siempre la rectoría del fenómeno educativo será atribución del estado, representado por el gobierno, y éste por las autoridades competentes; empero, éstas deben conducirse al margen de la política electoral, y ser de reconocida capacidad académica, tanto por experiencia como por talento.
        Ese estado rector está obligado a que haya la infraestructura indispensable para el buen desarrollo del fenómeno enseñanza aprendizaje. Desde pintarrones y marcadores, hasta inmuebles decorosos. Desde los muebles indispensables hasta los talleres y laboratorios para las prácticas. Desde apoyos de lecturas, videos, radios, televisores, hasta la participación coordinada de todos los medios masivos de comunicación. Tanto en zonas urbanas como en las rurales, poniendo mayor empeño en las marginadas, por razones económicas, regionales, o étnicas.
        Lo anterior no se puede hacer de la noche a la mañana. Pero sí es posible iniciarlo, responsablemente, en serio, y de manera urgente.
        Revisemos, entre todos, los perfiles de ingreso, en todos los niveles, grados y modalidades, y los perfiles de egreso correspondientes.
        Actualicemos los mapas curriculares, las materias y sus temas, de todo el sistema educativo nacional.
        ¡Iniciemos la tarea! Más costoso es no hacerla.