Metidas de pata
ENGAÑIFAS DE LAS
URGENCIAS
Como país hemos perdido muchas cosas;
desde más de la mitad de nuestro territorio nacional hasta la valoración de lo
que significan las urgencias. Haber perdido más de dos millones de kilómetros
cuadrados no es poca cosa, pero perder el sentido de la urgencia es carecer de
algo imprescindible para sobrevivir.
Tan malo es actuar con urgencia sin
haberla, como proceder con conducta ordinaria cuando un grave peligro nos está
amenazando. Muchos ejemplo pudiéramos dar al respecto.
Recordemos que la captura de Sandra
Ávila fue noticia de primera plana y a ocho columnas. La radio y la televisión
se hartaron, y atiborraron a sus públicos, con todos los datos habidos y por
haber de la Reina del Pacífico.
Largo y profundo alboroto se generó en
todo el planeta. Pérez Reverte, el escritor de actualidad de España, publicó
sobre este tema un libro traducido a varios idiomas. En China, en Australia, y
en la Patagonia, se supo de esa reina de pacífico. Estados Unidos solicitó su
extradición, y allá fue a dar esta señora.
Empero, ahora resulta que en los EU sólo
se le encontró culpable de un delito menor y, por ende, fue deportada a su país
de origen. De vuelta a casa, la llevaron a Jalisco, en donde enfrenta el cargo
de lavado de dinero en grado de auxilio a su pareja sentimental, lo que le
acarreará una pena que ya ha sido cumplida, contando a partir de aquel día en
que fue detenida.
Así que la denominada reina del pacífico
ni era reina ni era del pacífico, como el Volcán de Colima, que ni es volcán ni
es de Colima, o como el Desierto de los Leones que ni es desierto ni tiene
leones.
De ese tamaño de fraudulencias son
nuestras denominaciones, y todo por la urgencia de aparentar que apresamos
peces gordos, cuando no son ni peces ni gordos.
Otro ejemplo es el caso del hijo que no
era hijo, a quien con premura inaudita se le exhibió como primogénito de una
gran ficha del narcotráfico. Se anunció con bombo y platillo la aprehensión
Jesús Alfredo Guzmán.
A
ese joven se le traslado rápido a la Ciudad de México, presentándolo a todos
los medios masivos de comunicación como el vástago del narcotraficante más
buscado en toda la Tierra.
Lo exhibieron con chaleco antibalas,
como el administrador de los bienes ilícitos de su padre, y como el encargado
de los envíos de droga a EU, según fuentes de inteligencia, que resultaron que
ni eran fuentes ni tenían inteligencia.
Esa detención del supuesto hijo motivó que
varios analistas de cierto prestigio externaran que todo iba por buen camino,
que la estrategia que dio resultado en Colombia estaba dando buen producto en
México.
Sin embargo, al día siguiente, las
mismas autoridades debieron reconocer que todo había sido una confusión y que
el detenido se llamaba en realidad Félix Beltrán León, que nada tenía que ver
con ese mal que configura delitos.