miércoles, 22 de enero de 2014

Metidas de pata
ENGAÑIFAS DE LAS URGENCIAS
        Como país hemos perdido muchas cosas; desde más de la mitad de nuestro territorio nacional hasta la valoración de lo que significan las urgencias. Haber perdido más de dos millones de kilómetros cuadrados no es poca cosa, pero perder el sentido de la urgencia es carecer de algo imprescindible para sobrevivir.
        Tan malo es actuar con urgencia sin haberla, como proceder con conducta ordinaria cuando un grave peligro nos está amenazando. Muchos ejemplo pudiéramos dar al respecto.
        Recordemos que la captura de Sandra Ávila fue noticia de primera plana y a ocho columnas. La radio y la televisión se hartaron, y atiborraron a sus públicos, con todos los datos habidos y por haber de la Reina del Pacífico.
        Largo y profundo alboroto se generó en todo el planeta. Pérez Reverte, el escritor de actualidad de España, publicó sobre este tema un libro traducido a varios idiomas. En China, en Australia, y en la Patagonia, se supo de esa reina de pacífico. Estados Unidos solicitó su extradición, y allá fue a dar esta señora.
        Empero, ahora resulta que en los EU sólo se le encontró culpable de un delito menor y, por ende, fue deportada a su país de origen. De vuelta a casa, la llevaron a Jalisco, en donde enfrenta el cargo de lavado de dinero en grado de auxilio a su pareja sentimental, lo que le acarreará una pena que ya ha sido cumplida, contando a partir de aquel día en que fue detenida.
        Así que la denominada reina del pacífico ni era reina ni era del pacífico, como el Volcán de Colima, que ni es volcán ni es de Colima, o como el Desierto de los Leones que ni es desierto ni tiene leones.
        De ese tamaño de fraudulencias son nuestras denominaciones, y todo por la urgencia de aparentar que apresamos peces gordos, cuando no son ni peces ni gordos.
        Otro ejemplo es el caso del hijo que no era hijo, a quien con premura inaudita se le exhibió como primogénito de una gran ficha del narcotráfico. Se anunció con bombo y platillo la aprehensión Jesús Alfredo Guzmán.
         A ese joven se le traslado rápido a la Ciudad de México, presentándolo a todos los medios masivos de comunicación como el vástago del narcotraficante más buscado en toda la Tierra.
        Lo exhibieron con chaleco antibalas, como el administrador de los bienes ilícitos de su padre, y como el encargado de los envíos de droga a EU, según fuentes de inteligencia, que resultaron que ni eran fuentes ni tenían inteligencia.
        Esa detención del supuesto hijo motivó que varios analistas de cierto prestigio externaran que todo iba por buen camino, que la estrategia que dio resultado en Colombia estaba dando buen producto en México.
        Sin embargo, al día siguiente, las mismas autoridades debieron reconocer que todo había sido una confusión y que el detenido se llamaba en realidad Félix Beltrán León, que nada tenía que ver con ese mal que configura delitos.