jueves, 2 de enero de 2014

Bicentenario de Melchor Ocampo
TODO UN HOMBRE DE CIENCIA
        El 6 de enero del 2014 estaremos celebrando el bicentenario del natalicio de Melchor Ocampo. Su vida, de principio a fin, está llena de incógnitas. "¿Quiénes fueron los padres de Ocampo?", pregunta Don Eduardo Ruiz, (1839-1902) uno de sus mejores biógrafos.
        Y ese escritor, quien llegara a ser Procurador General de la República y Ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, contesta a su propia interrogante: "Una discreción respetuosa, un acatamiento al silencio que sobre este particular se impuso siempre el mártir de Tepeji del Río, nos veda decirlo".
        Igual resulta un entresijo el lugar de su nacimiento, ya que entre más se investiga más confusión se genera; sin embargo, vale recordar que las águilas no son de los picachos en que nacen, sino de los infinitos por donde cruzan.
        Por otra parte, la generación de la Reforma es, sin lugar a duda, una de las mejores que ha tenido México; y, dentro de ella, Melchor Ocampo resulta su talento más lúcido.
        El iniciador de las Leyes de Reforma en 1833, José María Luis Mora Lamadrid, fue aproximadamente 20 años mayor que Ocampo, y ambos se conocieron en París; el primero estaba ahí como trasterrado y, el segundo, como un estudiante viajero.
        Uno de los resultados de ese encuentro fue que ninguno de los dos se simpatizó. Estas dos inteligencias con similares ideologías, pero de diversas generaciones, no motivaron en su cruce química unificadora cual ninguna; sin embargo, uno es el lógico continuador del otro.
        La esencia filosófica de esas Leyes de Reforma corrió a cargo de ambos, en las circunstancias y en los tiempos respectivos de cada uno de ellos. Así es el destino, tanto el causal como el azaroso.
        Melchor Ocampo es descrito con respeto por varias personas de su tiempo. Guillermo Prieto, "Fidel", lo puntualiza: "Remedaba yo a Ocampo con su largo cabello cayendo hacia atrás, su faz redonda, su nariz chata, su boca grande pero expresiva, su palabra dulcísima y sus manos elocuentes eran el complemento y la acentuación de su palabra".
        Ocampo fue la personificación del enciclopedista mexicano. Educador, botánico, astrónomo, jurista, diplomático, político, agricultor, economista; y todos sus esfuerzos calificados los puso al servicio de Michoacán, y de México.
        No fue héroe de la guerra, pero sí fue un eficaz guerrero de la inteligencia, y de la paz. Uno de sus apotegmas sigue siendo un actual llamado para todo mexicano: "Es hablándonos, y no matándonos, como debemos entendernos".
        Al igual que otro de sus aforismos responde a todos los tiempos de nuestro desarrollo histórico: "Unidos para ser independientes, libres, y prósperos".
        Y el poeta Manuel Acuña escribió sobre Ocampo todo un cántico, el que en una de sus partes afirma: "Ya es tiempo de rasgar el negro abismo que oculta la verdad de la existencia, y cambiar al Dios del fanatismo por el Dios de la razón y la conciencia."