Alicia y la Reina de
Corazones
ROSTROS DEL PODER
El británico Charles Lutwidge Dodgson,
(1832-1898) bajo el seudónimo de Lewis Carroll, creó una llamativa atmosfera y
un diálogo conceptual para simplificar al máximo lo que es el poder.
Los personajes centrales son Alicia y la
Reina de Corazones, en el paisaje de un atractivo jardín dominado por las
barajas. La agraciada y valiente niña de no más de 8 años; y, aquella tiránica
gobernante mayor de seis lustros.
"¡A callar!", vociferó la
reina poniéndose morada de rabia.
"¡Pues no me callo!",
respondió Alicia.
"¡Que le corten la cabeza!",
gritó la reina con toda la fuerza de sus pulmones.
Pero nadie hizo movimiento alguno ante
la orden real, ya que todos veían con sorpresa que Alicia recobraba su enorme
estatura.
"¿Quién les va a hacer caso?",
dijo Alicia, "¡si no son más que un mazo de naipes!"
El juego de poder en la vida real ahí se
manifiesta. Aquella nena con su tamaño y fuerza era capaz de destruir a un
manojo de cartas con todo y su reina, por más corazones rojos que produjera.
Pero una infanta que, por el influjo de
poner en su boca un pedazo de galleta reductora, se disminuía por debajo del
tamaño de una regordeta y sanguinaria majestad en el juego de la baraja
aterradora era un frágil y vulnerable objeto, al que se podía cortar fácilmente
la cabeza.
Domina quien tiene más poder; y el poder
siempre es relativo a alguien o a algo. Referente a la fuerza física, la
inteligencia, derecho, belleza, riqueza, ética, sexo, o a cualquier otro
epicentro de donde emane energía capaz de influenciar, mandar, dominar,
explotar, a los otros.
Y en las estructuras institucionales que
perviven aún en este año 2014 se establecen gobiernos con diversos niveles y
jerarquías: municipal, estatal, nacional, internacional. Todos ellos deben
ejercer legal y debidamente el poder que las normas jurídicas les atribuyen;
empero, cuando alguno o algunos de ellos fallan, todo se trastoca, aconteciendo
comúnmente que el eslabón más débil sea el que se rompa, afectando a toda la
cadena que constituye el engranaje.
Sin embargo, cuando se trata de
ineptitud y de corrupción, el mal comienza por la cabeza: por los más poderosos.
Si con simplicidad infantil valoramos
éticamente a la reina y a Alicia, al mundo de lo malo iría la primera, mientras
que la segunda la pondríamos en el universo de lo bueno, y las dos ejercen
poder, siendo más eficaz en este ejercicio Alicia, quien buscaba no ser afectada
por quien francamente deseaba dañarla.
Dos filósofos analizaron ese poder
llegando a conclusiones opuestas: el judío holandés Baruch Spinoza; (1632-1677)
y, el alemán Federico Nietzsche. (1844-1900)
Spinoza ve al poder como una total
unidad de las cosas que se orienta a la armonía. Nietzsche observa al poder
como una lucha constante de todo que se orienta a la destrucción. Y es que la
moneda del poder tiene dos rostros.