jueves, 30 de mayo de 2013

Exiliado y Desexiliado BENEDETTI EN PRIMAVERA

                Dicen que murió viejo y enfermo, quien quiso ser siempre joven y sano; aunque en eso de “viejo”, a sus 88 años, prefería la palabra “anciano”. Y es que fue, a no dudarlo, entre muchas otras cosas, un filólogo del siglo XX muerto en la primavera del 2009.
                Su nombre completo parece de escándalo: Mario Orlando Hamlet Hardy Brenno Benedetti Farugia; empero, nada pudo hacer él para impedir que sus padres italianos, venidos a América en busca de la exuberancia, le endilgaran esa retahíla de motes denominativos.
                Nació en el año 1920, en Paso de los Toros, Tacurembó, Uruguay, y murió en Montevideo, dejando una rica producción de obras literarias que enriquecen a la Humanidad. Siempre creí que iba a obtener el Premio Nobel de Literatura, y la muerte lo alcanzó primero que ese preciado galardón; sin embargo, hay algo mejor que ese premio, y es tener la capacidad de escribir como lo hizo este Señor de las Letras.
                Nunca tuvo una formación teórico literaria de doctorados escolarizados. Sí, fue Doctor Honoris Causa de muchas universidades del mundo, pero sus conocimientos los obtuvo del Colegio Alemán en su formación básica, y posteriormente en su autodidactismo tenaz y en el ejercicio diario de obrero de las palabras, los conceptos, el lenguaje, obteniendo con ello verdaderas obras de arte, y sirviéndole de herramientas los idiomas aprendidos, a parte del Español propio, el francés, el inglés, el italiano y el alemán.
                Él decidió llamarse, simplemente, Mario Benedetti, y escribió sencillo, profundo, pero sobre todo con calidad estética: “Te quiero en mi paraíso; es decir, que en mi país, la gente viva feliz, aunque no tenga permiso…” Lo entrecomillo, porque el texto es de él, pero lo estoy citando de memoria, y puedo equivocarme en alguna puntuación o en alguna palabra.
                Y ese concepto brota de él, porque Benedetti vivió siempre perseguido por las dictaduras de Uruguay, y sufriendo las consecuencias trágicas de las dictaduras de algunos países de Sudamérica, por años exiliado, y desexiliado; y de nueva cuenta exiliado y vuelto a desexiliarse, como si fuera una rosca sin fin en su destino, y todo por ser muy peligroso su lenguaje. Escribió poesía, cuento, teatro, ensayo, novela, artículo periodístico, entrando con ello a la radio, a la televisión, al cine. Se desplantó como literato, en Uruguay, de un grupo llamado Generación del 45, en la que militaban, entre otros, Idea Vilariño y Juan Carlos Onetti. Su gran amor: su mujer Luz López Alegre, con quien se casó en el 1946, y quien se le murió en 2006, año en que Benedetti comienza su franco declive físico.
                Confieso que me hubiera gustado conocerlo, y platicar con él sobre su obra. Todos en mi familia lo admiramos, y en 1989 llegamos a Montevideo y a Colonia, en su busca, pero iniciaba uno de sus exilios en Cuba.