miércoles, 22 de mayo de 2013

Sobornos y Mentiras LA HISTORIA DEL HOMBRE

                En la raíz de la cultura occidental, en ese territorio que hoy se denomina Grecia, país que desde hace rato se encuentra provocando graves problemas económicos a la Comunidad Europea, existieron muchos oráculos.
                Sus creencias religiosas de tipo mítico los condujeron a creer y depender del destino. Todo estaba escrito ya por los dioses, y los humanos sólo eran seres manipulados por las decisiones divinas.
                Edipo es el ejemplo preclaro de que todo ser humano nacía con un destino manifiesto. Nadie podía modificar su futuro. Veníamos al mundo con nuestro porvenir prefabricado.
                Por ende, los oráculos estaban situados en los templos para ser consultados, según los ritos determinados por cada dios, y dependiendo de la ciudad en donde se habitara.
                De todos los oráculos habidos en los cerca de diez siglos de cultura helénica, el Oráculo de Delfos fue el importante, el más acertado, el ampliamente conocido.
                Ese oráculo tan prestigiado se encontraba en Delfos, ciudad de la región de Focia, en la ladera suroeste del Parnaso. Ahí Apolo, dios de la belleza, de las artes, y de la adivinación, tenía el célebre santuario con una profetisa que, oculta, contestaba a las preguntas.
                Obvio que los consultantes tenían que llevar regalos, y entre más espléndidos eran éstos, mayor tiempo se les dedicaba, y mejores respuestas recibían.
                Mientras atrás de los templos y de los dioses haya seres humanos, en todos los tiempos y todos los lugares el negocio será el mismo. El fenómeno religioso siempre tiene vasos comunicantes con el económico, el político, y con todos los demás fenómenos sociales.
                Pero, en fin, a ese Oráculo de Delfos se le han encontrado registros desde el siglo VIII antes de nuestra Era, y prosiguió trabajando con cierta eficacia hasta muy adelantado el siglo II de la Era en que vivimos.
                Y si hasta nuestro Sol tiene manchas, como los dioses griegos y romanos tuvieron defectos y virtudes, el Oráculo de Delfos tuvo varias épocas, separadas unas de otras, en que llegó a entrar en crisis, superándolas más tarde.
                Así, la gente dejó de tenerle confianza. No únicamente por sus desaciertos constantes, sino porque el dios Apolo, a través de sus pitonisas respectivas, cayó en la corrupción. Verdad es que las ilícitas ganancias sólo quedaban en manos humanas, pero ese dios sufría los desgastes.
                Heródoto (484-426 antes de nuestra Era) nos narra en su Historia, con el especial poder de observación que le caracterizó: “… el rey espartano Cleómenes, quien era insensato e impulsivo, con un toque de demencia, logró, un año antes de Maratón, persuadir al Oráculo de Delfos para que declarara que su rival, el rey Demarato, era ilegítimo… Un año después de Maratón se demostró que Cleómenes sobornó al Oráculo de Delfos con el fin de destronar a su rival…
                Obsérvese que los sobornos políticos y las mentiras no son ninguna novedad.