Todos
admiramos la catedral de Morelia; quienes habitamos esta ciudad la vemos a
diario, aunque sea por fuera. Pocos saben quién la diseño y comenzó a
construirla.
El
arquitecto constructor era italiano, y se llamó Vicencio Barroso de la
Escaloya. Principió la excavación de los cimientos para nuestra representativa
catedral en el año 1660, concluyéndose la edificación en 1744, muerto ya su
iniciador.
Mucho
tuvieron que ver para la realización de esta obra emblema de Morelia: el obispo
Marcos Ramírez del Prado, y el virrey Francisco Fernández de la Cueva. Sin la
voluntad, promoción, autorización, vigilancia y pago, por parte de ellos, no
tendríamos la catedral que hoy gozamos.
Y el
reconocimiento no puede quedar ahí, puesto que sin la valiosísima mano de obra
de esclavos de los pueblos originales de estas tierras, de algunos negros, y de
muchos mestizos pobres, la majestuosa obra ni siquiera se hubiese iniciado. No
pocos de estos obligados constructores perdieron su vida en un empresa que les
era ajena.
Al poniente
de catedral, pegadas a ella, y a poca distancia de la magnífica escultura de
Benito Juárez, se encuentran las Plañideras, construidas en cantera.
Pocos
saben quién fue el escultor de esas dos figuras femeninas con vestido tan
geométrico al piso, plegadas sus vestimentas a línea recta y quebrada en parte,
y cada una con su cabello como si fuese una tela de cantera que, cubriendo los
rostros inclinados de dolor, hace sombra sobre los labios atormentados.
El
autor de esas figuras escultóricas fue Guillermo Ruiz Reyes, nacido en 1894 en
Real de Catorce, San Luis Potosí, y quien vivió desde muy temprana edad en el
pueblo de Pinos, Zacatecas, de donde era originaria su madre. Guillermo, el
escultor de esas plañideras murió en el Distrito Federal en el 1965.
Muchas
de sus obras se ubican en Michoacán, y las hizo por encargo de Lázaro Cárdenas
del Río, con quien cultivó amistad. Dentro de su producción encontramos la
escultura monumental de José María Morelos y Pavón en la isla de Janitzio; el
Rey Tanganxuán, colocado en una glorieta a la entrada de Pátzcuaro; Gertrudis
Bocanegra del Lazo y de la Vega, en medio de la plaza que lleva su nombre en Pátzcuaro,
también; y, el Juárez de Jiquilpan, entre otras.
El
sábado 1 de junio del 2013 se le rindió merecido homenaje a ese escultor.
Decenas de habitantes de Pinos, Zacatecas, llegaron a la isla de Janitzio
encabezados por el presidente municipal de aquella población, el profesor
Gustavo Uribe Góngora, y junto con los purépechas habitantes isleños se llevó a
cabo un acto significativo, con bailables, cantos, música, poesía, vestimentas,
oratoria, y comida. Todo esto organizado por la secretaría de Cultura del
Gobierno de Michoacán.
Total,
Escaloya, Ruiz, y muchos otros, han dejado valiosa huella con su obra; y
nosotros nos sentimos, frente a su herencia, con certidumbre y orgullo, puesto
que todos ellos son constructores de verdad.