Dicen, los que saben expresar aún cosas
hermosas, que el Reino Purépecha era tan grande antes de la llegada de los
españoles a estas tierras de lagos, pescado, bosques, mares, guerreros, y
mujeres laboriosas y discretas, que todo ese conjunto era un atractivo, y causa
de envidia para el gran imperio azteca.
Cierto o no ese vínculo tenso entre los
dos señoríos, las confrontas entre ambos fueron frecuentes, y el pueblo
purépecha resultó indoblegable; sin embargo, de esas bélicas relaciones y de
sus tiempos de paz ninguno pudo dejar registros escritos alfabéticamente, pues
carecían de un sistema de letras que graficarán todos los sonidos de sus
palabras orales.
Hasta la llegada de los españoles con su
alfabeto pudo la lengua purépecha escribirse, y todo el torrente de mitos,
poemas, leyendas, pensamientos, historias, cuentos, y expresiones en general,
colectivas, anónimas y orales, de nuestros pueblos de origen pudieron plasmarse
en libros graficados con el abecedario de los vencedores.
Por ello la Relación de la ceremonias y
ritos y población y gobierno de los indios de la provincia de Michoacán,
nuestro libro más antiguo fue escrito materialmente por el fraile franciscano
Gerónimo de Alcalá, tomando como base todos los decires recabados, por él, de
muchos purépechas, junto con códices de láminas pictográficas efectuados por
los vencidos bajo la dirección de los vencedores.
Así, con la carga de un brutal coloniaje
de tres siglos, y con la incomprensión oficial de los gobiernos del México
independiente, salvo etapas de excepción, los purépechas han sobrevivido a
enfermedades desconocidas llegadas de Europa, a embates de la espada y la
pólvora, a dogmas religiosos llenos de inquisición, a vicios de borracheras y
drogas, a la ignorancia y a la explotación; empero, la fortaleza de su
vitalidad y su talento incomprendido los ha conservado en la existencia, tanto
física como culturalmente.
En esa sobrevivencia los purépechas
platicaron al padre Alcalá que cuando un cacique moría, el Cazonci o emperador
preguntaba al pueblo correspondiente:
"¿Quién debe ser nombrado sucesor
del cacique muerto?"
A lo que el pueblo respondía:
"Señor, tú lo has de mandar".
Y el Cazonci escogía "Al que tiene
más tristezas consigo", como una poética manera de describir al hombre de
mayor experiencia.
Hoy me han pedido que presente una
relación de cuentos escritos en idioma purépecha, la que constituye una parte
de la antología de cuentos, en donde también se publican cuentos en lengua
Hñahñu, Jñatrjo, y Náhuatl. Seguramente me han escogido a mí, para tan noble
ejercicio, por observar que cargo un acervo incontable de tristezas, pero en mi
caso, con la suficiente humildad para aceptar que delante de mí existen muchos
con mayor experiencia para realizar satisfactoriamente este labor de
prologuista.
He leído esos ocho cuentos, y ellos me
han hecho pensar en que para estos tiempos se requiere una nueva relación de
Michoacán. Nos es tan necesaria como urgente.