"Era del año la estación florida
cuando el mentido robador de Europa..."; así comienzan Las soledades, uno
de los poemas barrocos del cordobés educado en Salamanca Don Luis de Góngora y
Argote. (1561-1627)
Y ese mentido robador de Europa, con la
"media luna las armas de su frente" no era más que Zeus con el
disfraz mitológico de minotauro, así lo expresan en su pintura cuatro enormes
maestros: uno el italiano Tiziano, (1490-1576) con su retablos de poesía
idílica; otro el alemán Rubens, (1577-1640) con la viveza flamenca de su
colorido; el tercero, el holandés Rembrandt, (1606-1669) con su pintura barroca
de edad de oro; y, por último el español Picasso, (1881-1973) con su cubismo
analítico, pintando lo que pensaba y no lo que veía.
Los cuatro titulan esas obras con el
nombre de El rapto de Europa, y sus pinceles formulan homenaje a la raíz de la
cultura occidental: la Grecia de las ciudades estados.
De ese rapto de Europa representado por
las bellas artes de todos los tiempos, María Zambrano, (1904-1991) con su
talentosa sutileza, titula a uno de sus ensayos El parto de Europa; y no es que
todo rapto traiga consigo un parto, pero al parecer éste sí. Tardíamente parió
ese viejo continente.
En ese sintético trabajo María Zambrano,
"la dama peregrina" como le denomina Rogelio Blanco en su espléndido
libro, señala que "Europa pasa por una crisis de nacimiento. El Imperio
Romano ha durado hasta ahora. España ha sido la expresión más fiel... La
sustancia de Europa es la Edad Media... Alemania fue contra Roma en su
exasperación... y ha sufrido la angustia histórica de no encontrar hasta ahora
su lugar adecuado... Los ingleses han vencido a fuerza de limitación y
encubrimiento... Francia ha sido el equilibrio europeo en la política y en la
vida... Cualquier imperio europeo debe cesar... Europa está naciendo. El momento
feliz será cuando se pueda decir: Han
muerto las naciones europeas: ¡Viva Europa!"
Esa mujer que escribió con clarividencia
lo anteriormente transcrito, hija de dos maestros españoles republicanos, vino
a América, a México, a Morelia, en el año 1939.
Fue maestra de Filosofía en el Primitivo
y Nacional Colegio de San Nicolás de Hidalgo. Por ser mujer, e intelectual de
una provincia española, la enviaron de maestra a la preparatoria de la
Universidad Michoacana; y ella aceptó con dignidad y ejerció con honra.
Su talento dejó recuerdos y semillas en
no pocos cerebros de aquel entonces. Mi padre, J. Jesús Aguilar Ferreira, entre
otros, maestro de Etimologías en el propio colegio, llevó amistad con ella.
Ahora el gobierno federal, a través de
CONACULTA, y el gobierno de Michoacán, por conducto de la secretaría de
Cultura, editan el libro de Rogelio Blanco, La dama peregrina, quien nos
presenta a una María Zambrano "comprometida, audaz, emancipada";
agregaré, si se me permite, con una gran luz en sus conceptos en estos tiempos
de sombra para todos.