miércoles, 26 de junio de 2013

493 años de la Noche Triste GLOBALIZACIÓN SIN EXPLOTADOS NI EXPLOTADORES

        La Noche Triste, en la historia de nuestro país, acontece el 30 de junio del año 1520 en la Gran Tenochtitlán, y en su Segunda Carta de Relación relata Hernán Cortés al Emperador Carlos V: "... peleamos desde la mañana hasta el medio día, y nos volvimos con harta tristeza... nos hacían mucho daño... E así quedaron aquella noche con victoria... habían muerto 150 españoles y 45 yeguas y caballos, y perdido todo el oro y joyas, y toda la artillería... E de ahí salí yo muy mal herido en la cabeza de dos pedradas... aquella noche salimos sin saber camino ninguno ni para dónde íbamos..."
        Bernal Díaz del Castillo, o quien haya sido quién escribió la Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, según la duda que ha sembrado Christian Duverger en su libro Crónica de la eternidad, describe esa noche: "... Pedro de Alvarado, que como Cortés y los demás capitanes... se les saltaron las lágrimas de los ojos... todos los puentes y calzadas estaban llenas de guerreros".
        Esa noche triste lo fue para los españoles en su ambición de conquista, pero debió ser de alegría para el pueblo azteca por su acción eficaz liberadora.
        No hay duda que cada vez que han fracasado las fuerzas extranjeras hegemónicas, en su intento de dominar a México, han tenido que sufrir su noche triste; y, en cambio, nuestro pueblo vive en ese momento su alegría.
        Y no es que nos alegre el mal ajeno, sino nos alivia y satisface el no ser víctimas de los invasores que, con socios o cómplices nacionales, desean obtener, a su provecho, nuestros recursos humanos y materiales.
        Entendamos que vivimos nuevos tiempos. El 2013 no es igual que el 1520; empero, hoy como ayer sigue habiendo dominadores y dominados, pobres y ricos, explotados y explotadores, con variantes que el simple desarrollo impone.
        La riqueza, como producto del trabajo socialmente organizado, no se encuentra debidamente repartida, por injusticia, es cierto, pero sobre todo por torpeza.
        "Moderar la opulencia y la indigencia" es un Sentimiento de la Nación pendiente, a 200 años de haberlo hecho suyo Morelos en ese prometedor 14 de septiembre del 1813, ante el Congreso de Anáhuac.
        Ese sentimiento no es chauvinista ni xenofóbico, ni siquiera es bandera de un nacionalismo arcaico. Nada tiene de patriotero el desear y trabajar por un mejor reparto de la riqueza, tanto entre países como seres humanos.
        La globalización como un hecho real que tiende a borrar muros y fronteras, nacionalismos y etnias de supuestos pueblos escogidos, no puede ser ajena al humanismo del renacimiento, etapa histórica que aún no concluye con el pleno desarrollo de sus valores aportados.
        Para que no haya noches tristes, no debe haber conquistadores ni explotadores. La alegría es patrimonio de todos, siempre y cuando el patrimonio sea con justicia repartido.