Michoacán
se ha convertido en una especie de laboratorio político de muy encontrados
grupos ideológicos, no siempre con sanos intereses. Claro, nuestra entidad
federativa no merece este trato de conejillo de indias.
El
Rector de la Universidad Nacional Autónoma de México, José Narro Robles, durante
su reciente estancia en Morelia, formuló razonamientos orientadores que, por
ser tan generales, no aclaran del todo ni los problemas ni sus soluciones.
Habló
de un México "con casi 32 millones de personas mayores de quince años que
no terminaron ni la primaria ni la secundaria o son analfabetos... lo que hace
urgente una reforma integral a todo el sistema educativo"; agregando:
"México necesita más escuelas, muchas más, porque son el principal
antídoto contra las conductas antisociales".
No
especificó en qué deben consistir esas reformas. Salvo que para él baste con
sólo abrir más escuelas, mucho más escuelas; y, en este caso, habrá que
precisar que el antídoto contra las conductas antisociales no es la cantidad,
sino la calidad de esas escuelas.
Hoy,
lamentablemente, muchas escuelas gastan mucho dinero, no en la educación sino a
pretexto de la educación, con maestros que no asisten a clase, o asistiendo sin
preparación, o repitiendo rutinariamente lo mismo que han dicho durante
decenios.
O
escuelas en donde los alumnos no van a clase, entrando en la corrupción de la
compraventa de calificaciones; o con profesores sujetos a pandillas sindicales,
y que son promovidos por las marchas en que participan, por las puertas de
edificios públicos que patean o queman, por el número de autobuses que
secuestran e incendian.
Y
si lo anterior se da entre supuestos alumnos con supuestos maestros, el mayor
hedor de corrupción se produce entre las autoridades educativas del más alto
nivel, y desciende al resto de los funcionarios.
Claro que todo lo anterior tiene
muchas excepciones, ya que también existen magníficos maestros y
extraordinarios alumnos, como a su vez laboran autoridades que luchan
contracorriente para salvar lo mejor de nuestra organización educativa. Esto
nos ofrece, aún socavados los cimientos educativos, la esperanza de que el
talento y el trabajo pueden recomponerlo todo.
El
Rector Narro recordó la conocida frase de Víctor Hugo: "Abrir escuelas
para cerrar prisiones"; empero, él mismo se da cuenta que no se puede
cerrar una prisión por cada escuela que se abra, así, mecánicamente e ipso
facto, por ello conceptualizó: "Los cambios no se logran de la noche a la
mañana, por lo que es necesario tener propuestas, exponerlas, convencer a los
que piensan de manera diferente, así como proponer y alcanzar acuerdos".
Pero,
¿qué acordarías con quienes incendian tu casa y tu automóvil?