lunes, 22 de octubre de 2012

Autocomplacencias y Deformaciones ANTE EL ESPEJO PROPIO

         El sexenio del Presidente Felipe Calderón Hinojosa ha entrado en agonía. En un mes y una semana concluye su periodo. Ante su propia conciencia, sólo él sabe cómo se percibe, y de qué manera ha programado su salida.
            Lo que ha venido expresando en sus recientes intervenciones es para el uso de los públicos escuchas, o para los receptores de los medios masivos de comunicación que reproducen fragmentos de sus discursos.
            Pero todo lo anterior se encuentra sujeto a la interpretación de quienes captan el mensaje, y al uso que el interés personal le imponga a esa hermenéutica.
            Sin embargo, sí es real y objetivo lo que pronuncia Felipe Calderón en sus intervenciones oratorias, por ejemplo lo dicho recientemente en Batopilas, Chihuahua: "Hay muchos tipos de dolores que sufre el ser humano. Hay un dolor inevitable que viene de Dios o de la naturaleza... el dolor evitable es el que viene del hambre, de la enfermedad, de la ignorancia... y para aliviar el dolor de muchas familias mexicanas, de millones, a eso me he dedicado muchos años de mi vida, particularmente los últimos seis años".
            Eso significa que así se observa en su propio espejo el señor Presidente Calderón Hinojosa, al estilo de ese cuento tan conocido de Blanca Nieves, producto de la pluma de los hermanos Grimm.
            En dicha narración la reina hechicera solía preguntarle a su espejo cada día: "Espejito, espejito, ¿quién es en la Tierra la más bella de todas?"
            Y el espejo contestaba: "tú, mi reina, eres la más bella de todas".
            Obvio que la cita literaria no significa la existencia de exactitud con el caso presidencial que nos ocupa. ¡Nada de eso!
            Toda proporción guardada, el símil se reduce a la autocomplacencia que nos da a todos nuestro propio espejo, cuando a él nos asomamos en la búsqueda de estímulo desmedido e impropio, por ser demasiado personal ese espejito.
            En el caso, la mayoría de los mexicanos considera al Presidente Felipe Calderón más como generador del dolor de millones de familias, que como aliviador de ese sufrimiento.
            Se le ve como agente activo de esa consternación llamada guerra, y no como sujeto sanador de los males que enumera, los que han aumentado durante su administración.
            Incluso, dadas las demandas reales de decenas de miles de mexicanos en su contra, presentadas ante la Corte Penal Internacional, es natural que antes de dejar el poder trate de garantizarse mecanismos de inmunidad o de improcesabilidad a partir del fuero que hoy ostenta.
            Sus enemigos le llaman a eso impunidad, con una carga política a la vista, cuando la situación debe de tratarse con gran cuidado jurídico, puesto que la política que se encuentra en juego es la que compete al ámbito del derecho.
            Cuidemos que nuestra diplomacia no esté jamás inspirada en lo ilegal. Recordemos que la grandeza de nuestra política exterior se fincó en el derecho.