Pero, después, Einstein reconsideró, cediendo el
liderazgo de la mecánica cuántica a otros científicos jóvenes y radicales:
Werner Heisenberg, Niels Bohr, entre otros.
En esa materia Albert fue, primero, incendiario, para
después ser bombero. Inicialmente desarticuló estructuras físicas de Newton,
llenas de certezas y absolutos, para después expresar en una carta que escribe
a su amigo Max Born: "La mecánica cuántica sin duda resulta imponente,
pero una voz interior me dice que no es todavía lo real. La teoría dice mucho,
pero en realidad no nos acerca en lo absoluto a los secretos del Viejo. Sea
como fuere, yo estoy convencido de que Dios no juega a los dados".
Niels, en cambio, le replicó: "¡Einstein, deje de
decirle a Dios lo que tiene que hacer!", afirmando que en el universo
existen más incertidumbres que certezas, y el azar tiene, al menos en el mundo
subatómico, un dominio que maravilla y pasma.
Aquellos magníficos debates entre los dos premios Nobel,
durante los años 1927 y 1930, deben ser leídos por todos los jóvenes que se
interesen por la ciencia. Einstein tuvo el Premio Nobel de Física 1921,
mientras el Premio Nobel de Física 1922 fue concedido a Niels Bohr.
En esos debates Bohr afirmó que "La certeza y la
causalidad estricta no existen en el reino subatómico. No hay leyes
deterministas, sino únicamente probabilidades y azar".
En cambio Einstein aseguró que "No se puede elaborar
una teoría a partir de un montón de 'quizá', pues sería un error, un
sinsentido, siendo sólo una nueva moda".
Y Philipp Frank terció dirigiéndose a Einstein:
"Pero si esa moda de la que hablas la inventaste tú en 1905".
A lo que Einstein contestó: "¡Un buen chiste no debe
repetirse demasiado!"
Ahora en el año 2012, historias de la física aparte, la Real Academia de
Ciencias de Suecia anuncia que fueron galardonados, con el Premio Nobel de
Física de este año que transcurre, el francés Serge Haroche y el estadunidense David
J. Wineland "por sus innovadores experimentos que posibilitan la
manipulación de sistemas cuánticos, al abrir la puerta de una nueva era de
experimentación, observando directamente
partículas cuánticas individuales, sin haberlas destruido".
Esto
equivale a considerar que, hasta el momento, a Niels Bohr y a sus seguidores
les sigue asistiendo la razón en esa realidad subatómica que el común de la
gente no observa, pero que existe; sin embargo, lo inquietante y paradójico de
la ciencia puede, a futuro, voltear la tortilla a favor de las tesis de
Einstein en su edad madura. ¡Tal es la dialéctica del conocimiento humano!