Aproximadamente
a las 23:30 horas del día primero de julio del año que transcurre, Andrés
Manuel López Obrador emitió un breve mensaje al pueblo de México desde el Hotel
Hilton de la Ciudad de México, en donde un grupo de seguidores le coreaban:
"¡Presidente!, ¡Presidente!; si hay imposición habrá revolución".
El
candidato del PRD externó, con rostro contraído y palabra pausada: "Hay
información que nosotros tenemos, que indica otra cosa de lo que está
diciéndose en lo oficial; no descalificó lo que se está dando a conocer
oficialmente. Sencillamente no hay todavía los datos. Hace falta tener el
escrutinio legal... Vamos a esperar este resultado para emitir en definitiva
una postura. Ya se conoce que no hubo la equidad que establece la Constitución
en este proceso. Es del dominio público el dinero a raudales... Todavía no está
dicha la última palabra... de todo corazón a quienes me hayan apoyado, quiero
decirles que vamos a estar a la altura de las circunstancias, que voy a
representarlos como lo merecen los ciudadanos que han confiado en nosotros. No
vamos a actuar de ninguna manera en forma irresponsable..."
Es
del conocimiento de todos que tanto Josefina Vázquez Mota como Gabriel Quadri
de la Torre, cada uno por separado, aceptaron expresa y públicamente que no
ganaron y, de manera tácita, reconocieron como triunfador de la contienda a
Enrique Peña Nieto, candidato del PRI.
López
Obrador, a contrapelo de los demás, espera el final del conteo. Todo proceso
electoral termina hasta que se acaba. Esto es lo razonable.
Pero,
a esa aseveración de sentido común, le acompañan otras de doble filo,
sentenciosas y sentenciadoras antes de la conclusión procesal. Tal es el caso
cuando indica que " ya se conoce que no hubo la equidad que establece la
Constitución en este proceso; y es del dominio público el dinero a raudales que
se gastaron".
Respecto
a la "equidad", debemos señalar que en términos absolutos no existe;
y en el caso de que se trata, esa inequidad relativa en ciertos momentos operó
a favor de Andrés Manuel. No puede olvidarse que él inició su campaña desde el
momento en que se autoerigió como "presidente legítimo" en el 2006, y
la concluyó apenas hace algunos días. Cosa que no aconteció con los demás
candidatos presidenciales en esta jornada del 2012.
Y
sobre "el dinero a raudales" que se notó en esta contienda electiva
que recién termina, todos obraron como derrochadores, manirrotos y profusos,
con el dinero de un pueblo necesitado de empleo, y urgido de seguridad y
justicia.
Es
cierto que no está dicha la última palabra, y habrá que esperar los términos legales,
pero resulta claro que se acabó el amor obradorista. Ahora él va a estar a la
altura de las circunstancias, y va a representar a sus seguidores como lo
merecen los ciudadanos que en él confiaron.