El
Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación tiene de plazo hasta el
próximo 6 de septiembre para resolver en definitiva la impugnación presentada
por la coalición que liderada Andrés Manuel López Obrador.
Lo que demandan los promoventes es
la nulidad de la elección federal respecto al cargo de Presidente de la
República; sin embargo, la continencia de la causa involucra todo el proceso
electoral e, ipso jure, incluye a la integración de las dos cámaras del
Congreso de la Unión.
La irresponsabilidad jurídica de los
accionantes pretenden cubrirla, ellos mismos, con una supuesta e incierta
responsabilidad histórica.
Empero, de todas formas intentan
tener a México en una incertidumbre, gananciosa para ellos, de más de dos
meses, con un lapso extra que se conforma con cerca de tres meses más, ya que
la toma de posesión del próximo titular del Poder Ejecutivo Federal será el
primero de diciembre del año que transcurre.
Total, la maquinación es prolongar
cuatro meses y días un tema electoral que poco más de 50 millones de votos
ciudadanos ya resolvieron, para que, ahora, los votos de simplemente 7
magistrados resuelvan en definitiva.
Y ante tamaño absurdo, el sentido
común de los mexicanos pregunta: ¿para qué tanto esfuerzo, tantas campañas
alborotando a la población, tantos millones de votos ciudadanos, y decenas de
miles de millones de pesos gastados de nuestros impuestos, para que al final 7
jueces electorales tengan la última decisión?
¿Valdrá la pena nuestro actual
sistema jurídico electoral con esos resultados? En los usos y costumbres de
Cherán, municipio indígena de los purépechas, decide la población sin gastar ni
en urnas ni en boletas ni en IFE ni en Tribunal Electoral, ni en propaganda que
genera sólo basura, ni en radio ni en televisión ni en periódicos ni en regalos
que compran votos.
Pero
en fin, Enrique Peña Nieto, quien ganó la elección para Presidente de la
República, tiene un inmenso trabajo y una gran responsabilidad, y todos
esperamos que lo realice eficazmente, por una parte, y por la otra que la
ejerza con inteligencia.
Para ello debe formar en torno de sí
un colectivo de gente con gran honorabilidad y talento, para que, escuchándolos
por separado y/o en confronta socializadora, tome la decisión, ya que el cargo
de Presidente es unipersonal, y eso lo hace más delicado.
Su gabinete, en cada una de las
secretarias, u organismos, deben hacer lo mismo, formar colectivos en derredor
del titular.
En estos más de cuatro meses no debe
permitirse que la agenda nacional la ponga ni Andrés Manuel López Obrador ni
sus seguidores. Desde ahora los temas de día a día debe plantearlos, con
resolución, y táctica a seguir, Enrique Peña Nieto. Tal es el mandato popular
que ha recibido.
Y todo el pueblo le ayudará, pues es
auxiliarnos a nosotros mismos. ¡Que el trabajo eficaz para resolver nuestros
graves problemas acalle a las protestas envilecidas!