miércoles, 2 de marzo de 2011

PENSAR EN GRANDE

Gusto por el Poder
PENSAR EN GRANDE                                                                            
            Luis Martínez Villicaña ha muerto hace algunas horas. Los ciudadanos michoacanos lo eligieron en 1986 para ser gobernador de Estado por 6 años, y una confluencia de circunstancias negativas para nuestra Entidad Federativa, le impidió concluir su sexenio.
            Como todos los humanos, mejor aún, como todos los gobernadores, tuvo virtudes y deficiencias; ahora y aquí recordaré, en homenaje a él, varios de sus cualidades.
            Siempre fue gente que pensó en grande, y logró estar en los círculos del poder importantes de nuestro país.
            En realidad, ese ejemplo debemos sembrarlo con eficacia en los cerebros de nuestros niños, adolescentes, jóvenes y adultos de México. Nadie llega a triunfar si no programa, antes, su sistema nervioso para ello; y esa inquietud programada lo trajo como candidato a la gubernatura michoacana.
            Con la investidura de titular del Poder Ejecutivo de nuestro Estado ejercía esa manera de pensar, proyectando las cosas a lo máximo, lo mismo en la agricultura que en la política, en la economía que en el deporte, en la educación que en la seguridad pública.
            Lo relacioné, siempre, con grupos políticos que dieron origen al hombre más rico del mundo: Carlos Slim Helú. Y cuando Slim recientemente chocó con las dos gigantescas televisoras de México, Televisa y Televisión Azteca, me acordé de los choques que le gustaba tener a Martínez Villicaña, pensando siempre en lo magno.
            Slim se inconforma con ambas televisoras por los enormes precios que le cobran a sus empresas, y decide monumentalmente ya no darles publicidad, denunciando magnificadamente ese atropello de cobros y precios, para a lo grandioso empezar a mover su gran poder a efecto de conseguir que le otorguen una concesión para establecer una tercera televisora abierta nacional e internacionalmente, que les haga bajar sus precios al duopolio existente en espacios mexicanos y, de pasada, hacerse más rico de lo que ya es.
            Si no pensara a lo grande Slim, ya lo habían puesto a temblar los Azcárraga y los Salinas, dueños de esas dos televisoras únicas en su nivel.
            Carlos Slim, o una gente como él, debe tener un equipo que lo respalde inteligente y eficazmente en esos proyectos colosales. Lamentablemente para Michoacán, Luis Martínez Villicaña no sólo careció de ese equipo, sino que sus principales colaboradores lo cultivaron barbera y servilmente, primero, para traicionarlo después en la primera oportunidad.
            Fue Martínez Villicaña un organizador nato, con una simpatía natural a flor de labio. Dicharachero, siempre estuvo lleno de refranes, de sentencias ocurrentes y graciosas: “Chango viejo no aprende maroma nueva”; “no hay borracho que no le haga gestos al primer trago”. Dicen, los que conocieron a Álvaro Obregón, que era así de simpático, y esto puede auxiliar en el ejercicio del poder, ante personas adustas y solemnes que no saben ni siquiera sonreír.
            Además, tenía Luis Martínez Villicaña una gran capacidad ejecutiva, la que bien utilizada, por un gabinete honorable y talentoso, le hubiese dado a Michoacán significados beneficios.
            Recientemente el Rector de la UNAM, José Narro, le impuso a Martínez Villicaña el Premio Nacional de Ingeniería
            Algo más, Luis fue valiente y fuerte; la señora Erika, y sus cuatro hijos, deben seguirse sintiendo orgullosos del padre y el esposo.