miércoles, 30 de marzo de 2011

LOS IDUS DE MARZO

Felipe, Obama, y el embajador
LOS IDUS DE MARZO                                                                            
            Julio César (100-44 a. de n. e.) expresó que “Los hombres tienden a creer aquello que les es más conveniente”; y no está exenta de razón esa sentencia.
            Al Presidente Felipe Calderón Hinojosa no se le observa un perfil de maldad, pero sí de ingenuo y con capacidad limitada. Con esa imagen parece haber solicitado al Presidente Barak Obama que frenará el ingreso de armas a México, y que retirara de nuestro país a su embajador Carlos Pascual.
            Seguramente su creencia lo condujo a formular esos dos pedimentos, como de urgente necesidad, al considerar que eso es lo mejor para nuestro país, pero, sobre todo, lo más conveniente para él mismo. No armas y no embajador Pascual; y el acuatamiento de las dos temáticas no parece muy sano.
            Por su parte, el Presidente Obama en su discurso hizo referencia sólo a las armas, y no al embajador; agregando algo sobre drogas, y subrayando el tema del dinero.
            En Estados Unidos aceptamos nuestra responsabilidad en cuanto a la violencia de las drogas. Y para combatir el flujo de armas y dinero hacia el Sur, estamos investigando a fondo el cargamento que va por ferrocarriles, estamos decomisando cada vez más armas que van hacia México y estamos colocando a más traficantes en la cárcel. Y como parte de nuestra nueva estrategia de control de drogas, estamos centrándonos en reducir la demanda de droga, a través de la educación, la prevención y el tratamiento.
            Eso significa que las drogas van de México a Estados Unidos, mientras que las armas y el dinero parten de EU rumbo a nuestro país.
            Respecto a las drogas Obama parece no dolerse, al considerar que se encuentran en el acertado camino de reducir la demanda, a través de la educación, la prevención, y los tratamientos.  
            Pero respecto a las armas sí parece afectarle, ya que uno de los grandes negocios de esa nación vecina es vender todo tipo de artefactos bélicos y municiones, y ello es una manera de recuperar algo de los dólares que vienen a México como pago de estupefacientes, o sea, que quieren los gringos equilibrar un poco así su balanza de pagos.
            Si me vendes drogas, me compras armas. Si te vendo armas, te compro droga. Sería el juego mercantil al desnudo y en inicio, para después matizar con demanda y oferta, y con todos sus anexos y derivados.
            Empero, lo descarnadamente señalado por Obama es: si detengo el flujo de armas también detengo el flujo de dinero. Y nosotros necesitamos los dólares, pero no las armas; mientras los EU si frena la venida de armas, también frena la llegada de dólares.

            La creencia del Presidente Obama lo ha llevado a expresar en ese discurso lo que considera que es mejor para su país, pero, sobre todo, lo más conveniente a él mismo, por serle de provecho a los grandes capitales que con la bandera de las barras y las estrellas se cobijan,        

            Y en ese terreno son prácticos, aprovechados y comerciantes. Y en esos enredos, ¿qué pasa con la renuncia del embajador Carlos Pascual? Mientras no se la acepten él sigue de embajador.

            A Felipe, a Obama, y a Carlos, bien podría Espurina, el viejo adivino de Roma, decirles: “guárdense de los idus de marzo”, y no es porque marzo no haya llegado, sino porque aún no termina.