lunes, 28 de febrero de 2011

DEMOCRACIA CON DICTADOR

Olor a Pudrición

DEMOCRACIA CON DICTADOR
                                                                                        
            Andrés Manuel López Obrador, y Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, son de lo mejor que en sus filas tiene el Partido de la Revolución Democrática; ambos, egresados del Partido Revolucionario Institucional, y los dos fundadores del PRD.
            Si alguna de las tres palabras que constituyen el nombre de ese partido podría distinguirlo, ideológica y teóricamente, es la tercera y/o última: “democrática”; es decir, lo relativo a la democracia.
            Y etimológicamente, al menos, y conforme a la definición tan puntual que dio de ella Abraham Lincoln, (1809-1865) “la democracia es el gobierno del pueblo, por el pueblo, y para el pueblo”, según su célebre discurso pronunciado en Gettysburg en 1863.
            Lo anterior viene a colación por lo externado tan firme y auténticamente por Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, a respuesta que en entrevista dio en el marco de la presentación de su libro Sobre mis pasos, en la Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería, en la Ciudad de México: “Me parece que lo más saludable sería poner a disposición de Andrés Manuel López Obrador el partido, que él lo encabezara por un tiempo, que pusiera orden, que lo reorientara con vistas a la próxima elección, y buscara los acuerdos para determinar cómo se va a elegir al próximo candidato presidencial del PRD”.
            Al parecer, tal declaración, tan poco democrática, la hizo el líder moral a la dirigencia nacional del PRD para que se evite conflictos internos; sin embargo, podría también ser una tardía respuesta, en contrasentido y con filo, a la aceptación pública de Andrés Manuel para que Lázaro Cárdenas Batel fuera ungido presidente de ese instituto político, la que éste desde hace semanas no aceptó por andar muy, pero muy ocupado o, más bien, temeroso de caer en una trampa ratonera.
            Empero, lo importante y destacado es que alguien con espíritu democrático aconseje a su partido político, también democrático, algo tan antidemocrático: entregarle a un solo hombre el PRD, para que lo encabece por un tiempo, ponga orden ahí, lo reoriente para la próxima elección a celebrarse en el 2012, y busque los acuerdos para determinar cómo se va a elegir a su candidato a la Presidencia de México. ¡Nada más!, pero nada menos.
            Eso significa, en el fondo, que ALMO sería el PRD, y el candidato de ese partido a la Presidencia de la República; y, acaso, sería la táctica cuauhtemista para desarrollar a Andrés Manuel al máximo, para desgastarlo colosalmente de una vez por todas, con las posibilidades de que ese instituto político regrese a las manos de la familia Cárdenas.
            L'État, c'est moi”, frase que frecuente y equivocadamente se le atribuye al rey francés Luis XIV, (1643-1715) vuelve a dejar sentir su tufillo. El partido soy yo, y digo cómo se haga la política en él; aunque sea por un tiempo, que el PRD sea Andrés Manuel.
            Y, ¿qué hacemos mientras con la democracia?, ¿en qué closet la guardamos, mientras pasan los tiempos de la dictadura? o, ¿podemos hacer una democracia con dictador?
            La democracia en el PRD no anda, si nos atenemos a la propuesta de Cuauhtémoc. Aunque la reacción de Jesús Ortega, líder nacional de ese partido, es que no pueden aceptar dicha idea. Todos vemos que prefieren servirle al Presidente Felipe Calderón y al PAN. Mientras López Obrador lanzó una sintética ironía en respuesta a Cárdenas Solórzano. “No puedo aceptar porque ando de licencia”.
            Y el autor de Sobre mis pasos se ubica, así, en la antidemocracia real, y en la democracia de pura palabra. Más, al ocurrir esto, el olor a pudrición domina en ese ambiente.