lunes, 14 de febrero de 2011

ATRAGANTÁNDOSE LOS AUTOELOGIOS

Informes Desgastados
ATRAGANTÁNDOSE LOS AUTOELOGIOS                                                              
            Los informes del Presidente de la República, de los gobernadores de los Estados y del jefe de gobierno del Distrito Federal, y de los presidentes municipales, deben preservarse, e irse mejorando.
            Es necesario que quienes tengan a su encargo el manejo del erario rindan cuentas a los órganos encargados de recibirlas y evaluarlas. Hasta aquí es lo legalmente correcto.
            Lo indebido, jurídica, política y éticamente, es que los informes sirvan, ramplonamente, para practicar un autoelogio tan innecesario como peligroso. Nunca debe olvidarse que el elogio en boca propia resulta un vituperio, más cuando se atragantan con la autoglorificación.
            Molesta y agravia a todos que en los informes se acarree a la gente. Lo mismo resultan trasladados, en ofensa, quienes se les trae en camionetas de redilas, que a quienes se les transporta en helicópteros y aviones. Todos a costa del presupuesto.
            Las porras y los aplausos comprados a muy variados y distintos precios resultan un daño moral para quien los paga como para quien los vende.
            Los escenarios faraónicos para rendir el informe ante las élites del poder, y después los masivos amontonamientos para que el “pueblo” salude al poderoso en turno al terminar éste de mal leer su mensaje informante, nos  cuestan a todos los contribuyentes, y desgastan en erosión al sistema.
            Empero, los informes son indispensables, y deben ser simples reuniones de trabajo entre el informante y los informados; el Presidente de México y el Congreso de la Unión; el gobernador de un Estado y el Congreso de esa Entidad Federativa; entre el jefe de gobierno del Distrito Federal y su Asamblea; y, entre el presidente municipal y el Cabildo correspondiente.
            Con un sentido eminentemente práctico, para que el que ejerce la ejecución explique, y convenza a los legisladores de qué reformas, adiciones, abrogaciones  y/o derogaciones requieren las leyes, reglamentos, decretos, y/o los acuerdos legislativos, y para que en contrapartida el ejecutivo reciba la opinión responsable de los legisladores en torno a su labor.
            En los tres niveles del gobierno mexicano se requiere de ejecutivos inteligentes, trabajadores, capaces, honorables, cuya fuerza radique en su autoridad moral, y por ende no se desgastarán frente a los cuerpos colegiados que evalúen su trabajo, sino por el contrario serán foros de su liderazgo.
            Un liderazgo auténtico logrado con talento y honradez, y no a base de prebendas y corruptelas, obtenido por actos eficaces en beneficio colectivo, y no por aquellas raterías que suelen constituirlos en inmensamente ricos a no pocos ejecutivos.
            Urge restablecer la estructura republicana de nuestra Nación, en donde el ejecutivo correspondiente para rendir su informe vaya con sus colaboradores a decir y a explicar su verdad, como en un simple día de trabajo eficaz, para trasladar datos e información de la administración pública que sirvan y orienten a los legisladores en la discusión y aprobación de normas jurídicas que auxilien al desarrollo de México, de todos las entidades federativas del país, y de todos sus ayuntamientos; sin que haya convocatorias ni organización de vallas o concentraciones populares por fuera de los recintos parlamentarios, ni banquetes ni ceremonias posteriores de saludos ni pancartas, mantas o matracas; que las trasmisiones de esta ceremonia se realicen como las informaciones normales de trabajo, sin que ocasionen gastos al erario, ocupando los tiempos oficiales correspondientes; que se apliquen sanciones severas a quienes siendo parte de los Poderes falten al respeto a otros Poderes, y/o incumplan con las reglas de orden que encausan las conductas parlamentarias.
            Basta de informes desgastados que nadie ve ni escucha, y que sólo padecen, sin saberlo, los participantes de estas charadas.