lunes, 20 de julio de 2015

No generar chapos
MÉXICO TIENE REMEDIO
        Al Presidente Enrique Peña Nieto le urgía hablar, en territorio mexicano, sobre la fuga del Chapo y la situación de nuestro petróleo.
        Así fue montado, otra vez, el tema de la inversión por 650 millones de dólares que efectuará en la región noroeste de Michoacán la empresa BAFAR, pero ahora en la residencia presidencial.
        En las dos terceras partes de su discurso trató los asuntos de la fuga y del petróleo, siendo la ampliación empresarial un mero enmarque.
        Debió ser duro, para él, contenerse para no tratar esos temas en Francia, en su calidad de invitado especial a la conmemoración del CCXXVI aniversario de la Toma de la Bastilla.
        Fue tanta la distinción para México y para el Presidente Peña Nieto, que hizo bien en permanecer allá hasta la conclusión del compromiso oficial, puesto que nada o poco podría lograrse con su retorno frente a los incómodos problemas inesperados.
        El golpe para el país y el ejecutivo federal estaba dado con precisión y maldad. Beatriz Pagés, una lúcida y valerosa inteligencia que busca la verdad y ejerce la libertad, sintetizó clarificadamente la esencia del hecho: El Chapo se fugó al unísono del viaje del gabinete presidencial a París, y antes de la primera subasta de la Ronda Uno para asignar zonas de exploración y explotación de petróleo, dándose así el mensaje de que México no es seguro para las inversiones y que hay un poder paralelo al gubernativo. La fragilidad del Estado mexicano quedó a la vista y, lo más grave, la población se identifica más con los delincuentes que con las autoridades; por ello, es tiempo de tomar eficaces decisiones.
        Peña Nieto en el acto empresarial asumió dos cosas: el error que permitió la evasión y el desafío de atraparlo de nueva cuenta.
        Y aunque nunca, en su discurso, dio el nombre del delincuente, el Chapo con su escape se ha impuesto como tema central de los medios masivos de comunicación, como hecho comentado cotidianamente por la población, y como parte de la agenda presidencial.
        ¿Merece México tamaña torpeza?
        Nuestro sistema penitenciario desde hace sexenios exige a gritos una reforma de fondo.
        El Presidente Barack Obama recién visitó una cárcel federal en Oklahoma, y quedó motivado para promover certeras reformas al ver una sobrepoblación que revela que las cárceles, por lo común, son para los negros y los morenitos, los faltos de educación, y los pobres.
        Observe personalmente, señor Presidente, la realidad penitenciaria de México, cientos de veces peor que la estadunidense, y busquemos soluciones. No es cosa sólo de ideales, sino de ideas; no únicamente de discursos, sino de acciones prácticas.
        Nuestra anemia cultural y económica es la que engendra chapos. Si no queremos tiempos catastróficos requerimos tener ocupados productiva y educativamente a todo mexicano.
        Debemos trabajar y prepararnos; el ocio provoca zánganos y vicios.
        ¡México tiene remedio!; los que no tienen remedio son los funcionarios deshonestos, flojos e incapaces.