Distribuir mejor
PARA PRODUCIR MÁS
"México ha optado por actuar con
responsabilidad", afirmó el Presidente Enrique Peña Nieto en la ceremonia
de inauguración de la Cumbre Internacional de Productividad, celebrada en la
capital de nuestro país en días recientes.
¡Qué bueno que así sea!, si por
"responsabilidad" se entiende obrar con justicia, en apego a la ley,
a favor siempre de los mexicanos, con inteligencia y mesura.
Empero, ahí mismo el Presidente de la
República aseguró: "Sin productividad no hay prosperidad... la
productividad es llave de la prosperidad... la productividad asegura que en
México haya condiciones para el bienestar de las familias mexicanas",
según notas periodísticas.
Y si analizamos todos estos decires
presidenciales llegaremos a varias conclusiones:
Primera, por una inercia de la retórica oficial,
el Presidente de México habla sobre el tema al que está referido el evento al
que asiste, y en el cual hace uso de la palabra.
Esto explica, y justifica, que en una
reunión internacional de productividad el contenido de su oral expresar sea
sobre la "productividad".
Segundo, al manifestar el Presidente
Peña Nieto que "Sin productividad no hay prosperidad" acierta, en
cuanto que ese concepto se tome como una generalidad básica. Nadie puede ser
floreciente si no produce, si no trabaja. Un flojo no genera riqueza. Un
trabajador genera riqueza de muchas formas, entre otras, al producir bienes y/o
servicios, y al organizar su propia formación personal.
Sin embargo, la productividad de los
trabajadores, sólo su productividad, no es garantía de su bienestar ni del
bienestar de su familia, ya que es necesario que a su productividad se sume
ipso facto e ipso jure la justa distribución de la riqueza producida.
Tercera, en otras palabras, el Jefe de
Estado de cada país debe saber qué lo que justifica un sistema productivo es,
básicamente, la suma de dos cosas: la forma de organizar la producción para
hacer más con menos, producir con la mayor calidad y la mayor cantidad, con el
menor de los costos; y, una vez generada la riqueza con esa forma de producir,
distribuir de la manera más justa, para que el capital y el dueño de éste no se
lleve casi todo, mientras el trabajador con su salario no alcanza ni siquiera a
remunerar: alimento, vivienda, trasporte, vestido, educación, y sano
esparcimiento, para toda su familia.
Así
que la productividad, por sí sola, no es llave de la prosperidad de todos ni
asegura que en México haya bienestar de las familias mexicanas.
Se requiere que, junto a la
productividad, haya un sistema de reparto de lo producido más justo; e,
incluso, si organizamos bien un sistema productivo, veríamos que al distribuir
mejor la riqueza, tanto económica como cultural, tanto de seguridad pública
como de seguridad social, tanto educativa como jurídica y ética, se elevaría
considerablemente la productividad.
Eso no es utópico; es tan real, que lo
vemos realizado en muchos países culturalmente adelantados: Noruega, Suecia,
Finlandia.
¡México puede ser así!