Nuestra casa común
FABRICANTES DE
DESAPARECIDOS
Respetuoso de toda creencia religiosa y
teocéntrica, pero con una visión diferente a ellas, observo con simpatía que el
Papa Francisco se haya decidido a plantear algunos de los graves problemas que
los seres humanos tenemos en este tiempo.
Su Carta Encíclica "LAUDATO SI",
sobre el cuidado de la casa común, tiene en esencia lo que la mayoría de los
seres humanos pensamos, en términos generales y de fondo sustancial, sobre los
apuros e incertidumbres que vive nuestra especie en este siglo XXI.
"El cuerpo humano está constituido
por los elementos que contiene el planeta", y a partir de aquí la
encíclica reconoce que "la iglesia ha recogido la reflexión de
innumerables científicos, filósofos, y organizaciones sociales, para enriquecer
su pensamiento".
Y describe el problema ecológico y
cultural en toda su crudeza y magnitud, hasta valorarlo de "consecuencias dramáticas...
por la explotación inconsiderada a la naturaleza y al hombre, por lo que se
corre el riesgo de una catástrofe".
Por eso, formula un llamado a que
"nos unamos toda la familia humana en la búsqueda de un desarrollo
sostenible e integral, para cambiar las cosas... ya que como Humanidad poseemos
la capacidad de construir nuestra casa común, como algunos sectores ya lo están
haciendo a favor de los más pobres del mundo, por lo que merecen nuestra
gratitud".
Así, pide el Papa que se dé un diálogo mundial
para lograr la supervivencia de la especie y de la vida, por los males
ecológicos y culturales que creamos con un pésimo sistema de organización, o
"cultura del desastre", con criminalidad organizada, violencia,
narcotráfico, desaparición de personas; el que es apremiante cambiar.
Agua, clima, biodiversidad, cambio sin
rapidismos, flora, fauna, minerales, vida humana, equidad planetaria en
individuos y países, producción y distribución justa, amor civil y político,
son valores a defender frente a la degradación social. "La deuda externa
de los países pobres se ha convertido en un instrumento de control".
"El maltrato a nuestra casa
común... provoca el gemido de la hermana Tierra, que se une al gemido de los
abandonados del mundo, con un clamor que nos reclama otro rumbo", señala
con acierto la encíclica.
Siendo cierto todo ello, lo más delicado
es que no hay actualmente en el mundo quién pueda escuchar este gemido y
reclamo y, de inmediato, aplicar una solución oportuna, eficaz, operante. Ni el
Papa Francisco podría hacerlo en todas las empresas que tienen capital de El
Vaticano. Muchos católicos, apostólicos y romanos, lo escuchan, pero no le
obedecen.
En similares condiciones están los otros
jefes de Estado: Barack Obama, Ángela Merkel, Vladímir Putin, François
Hollande, Xi Jinping, Isabel II. En todos los países el poder está compartido,
fraccionado, confrontado; y, aún así, deben reflexionar, discutir, y actuar,
responsablemente.
Obvio que algo tenemos que hacer todos
los seres humanos. Unirnos en torno a cuidar la vida en, y de, nuestro planeta.
Con nuestros pensamientos, expresiones, y conductas. ¡Leamos ese documento!