miércoles, 3 de junio de 2015

K'uinchekua
GRAN FIESTA MICHOACANA
        Más de 230 integrantes de la K'uinchekua el día 30 de mayo, del año que transcurre, conquistaron al público del Palacio de Bellas Artes de la Ciudad de México.
        Los asistentes al evento cubrieron las 1750 butacas que están instaladas en la sala principal de ese histórico palacio; y, como la demanda de entrada era superior al cupo, se tuvo que instalar una enorme pantalla inflable frente a mil sillas bajo tienda enlonada, provisionalmente cubierta, en el espacio que se encuentra entre Bellas Artes y la Alameda Central de la capital del país.
        No hubo intermedio en el evento. La presentación duró una hora cincuenta minutos, e incesantemente el público aplaudía, lanzando vivas a Michoacán, y a las regiones indígenas participantes.
        Al final, todos eran copartícipes en la fiesta, conviviendo y felicitando a esos agentes de nuestra cultura que, en su mayoría, no son profesionales de profesión, sino profesionales de actitud y talento.
        Días antes, los artistas que han constituido a la K'uinchekua experimentaron sus ensambles en el Teatro Obrero de Zamora, Michoacán, y decidieron a solicitud de esa población abrir las puertas de ese hermoso teatro para que los observarán ensayar. Y lograron teatro llenó y aplausos de reconocimiento.
        Y después de su éxito en el Distrito Federal, se tuvieron que realizar dos funciones en el Teatro Morelos de de esta capital michoacana para satisfacer la demanda de gozar de este espectáculo muy nuestro.
        K'UINCHEKUA significa en palabras castizas, la Fiesta Grande de Michoacán.
        Nuestros pueblos indígenas que constituyen la pluriculturalidad de nuestra entidad federativa le dieron origen hace más de 30 años, imponiéndole ese nombre sonoro y sugestivo.
        Los mazahua, los otomí, los nahua, y los purépecha, nos enorgullecen tanto como el resto de la población mestizada. Ellos son sucesores étnicos de la más antigua raíz de la nacionalidad mexicana, y prueba fehaciente de que no murió todo en el terremoto de la conquista.
        Por algo dejó escrito Ángel Ma. Garibay K.: "... recogemos ahora y aquí fragmentos, cual conchas que quedaron abandonadas por las olas del tiempo en la playa de la Historia"; sin embargo, esta metáfora queda corta frente a la realidad.
        En la K'UINCHEKUA 2015 hubo ropajes, música, historias, pinturas, bailes, chispazos de teatro, literatura, canto, palabras, entre otras muchas manifestaciones de cultura, por parte de los pueblos originales.
        Los recintos escogidos para esta fiesta estuvieron pletóricos de alegría, sana y propositiva. José María Morelos es el nombre del teatro, y nadie mejor que el más popular de nuestros héroes para presidir esa magna festividad.
        Reconocemos la excelente labor de quienes tuvieron a su cargo la organización de ese evento, entre muchos otros: Argelia Martínez Gutiérrez, Gerardo Ascencio Campos, María Marcela Ceja González, Verónica Martínez Ruiz. A través de ellos aplaudimos a todos, pues este espacio periodístico es pequeño.
        En la K'uinchekua reflejamos todo lo que porta, en síntesis armónica, lo grandioso de nuestra alma estéticamente expresado con la humana simpleza.