lunes, 8 de junio de 2015

Ni quejas ni desánimos
REEDOBLAR Y MEJORAR ESFUERZOS
        Cumplir con nuestro deber es algo de primordial importancia. Si como ciudadanos ejercimos legal y debidamente nuestro derecho a votar, ahora debemos aceptar los resultados de nuestra decisión colectiva.
        Obviamente nuestro sistema jurídico electoral ofrece vías y recursos para todos aquellos que se sientan con intereses afectados, sin que esto implique que la voluntad popular deba ser suplida por simples resolutivos jurisdiccionales.
        Esa voluntad popular, ejercida consciente y libremente por los ciudadanos, debe ser respetada por todos, desde el más rico hasta el más pobre, desde el más poderoso hasta el más débil, desde el más sabio hasta el más iletrado.
        Toda elección necesita parecerse a una fiesta cívica, y alejarse de la dramática figura de una guerra sangrienta. Nuestra madurez requiere conducirnos a que no haya quejas ni desánimos, después de la elección, sino exclusivamente el impulso de mejorar y redoblar nuestros esfuerzos sociales y de carácter personal.
        Hace 49 años que encabece a un grupo de diez jóvenes mexicanos que fuimos recibidos en Washington, D. C., por el senador Robert F. Kennedy, y entre otros temas de conversación salió a relucir la política electoral, en vínculo con sus posibilidades a postularse como candidato a la Presidencia de los Estados Unidos de América.
        Lo importante, nos expresó, es buscar un espacio en el cual se pueda "auxiliar con eficacia a la construcción de un mundo nuevo, en donde hay que dominar la barbarie existente dentro del hombre, y volver apacible y grata la vida de este mundo".
        Conservo, con el recuerdo de ese concepto, el pisa corbata del que se desprendió para obsequiármelo, mini reproduciendo la lancha torpedera en la que participó durante la Segunda Guerra Mundial, según su decir.
        Dos años después, en 1968, me impresionó saber de su asesinato en Los Ángeles, durante su exitosa campaña a la Presidencia de EU; más cuando, mortalmente herido, repetía ante el asombro de quienes lo asistieron, entre ellos un joven mexicano de Nayarit llamado Juan Antonio Romero: "¿Están todos bien, verdad? 
        Cerca de su muerte, Robert no pensaba en él, sino en los demás. Preguntaba por los otros, sabiéndose duramente afectado.
        Se observa en esa conducta el carácter de un ser humano, de un político. Desde luego que en nuestro país también ha habido, existen, y habrán, mujeres y hombres que con sus pensamientos, sus expresiones, y su conducta, dignifican a ese quehacer político.
        No todo en ese ambiente es porquería. Como no todo es suciedad en la educación, la economía, lo religioso, lo laboral, y en todos y cada uno de los fenómenos sociales.
        Lo cierto es que urge una transformación de todo el sistema mexicano, y que al Presidente Enrique Peña Nieto le corresponde conducir desde hace tres años, y que no avanza.
        Y, ahora, frente al Presidente Peña Nieto está el enojo de la población, y el tiradero de graves problemas; así, el elector le brinda otra oportunidad.