Ni quejas ni
desánimos
REEDOBLAR Y MEJORAR
ESFUERZOS
Cumplir con nuestro deber es algo de
primordial importancia. Si como ciudadanos ejercimos legal y debidamente nuestro
derecho a votar, ahora debemos aceptar los resultados de nuestra decisión
colectiva.
Obviamente nuestro sistema jurídico
electoral ofrece vías y recursos para todos aquellos que se sientan con
intereses afectados, sin que esto implique que la voluntad popular deba ser
suplida por simples resolutivos jurisdiccionales.
Esa voluntad popular, ejercida
consciente y libremente por los ciudadanos, debe ser respetada por todos, desde
el más rico hasta el más pobre, desde el más poderoso hasta el más débil, desde
el más sabio hasta el más iletrado.
Toda elección necesita parecerse a una
fiesta cívica, y alejarse de la dramática figura de una guerra sangrienta.
Nuestra madurez requiere conducirnos a que no haya quejas ni desánimos, después
de la elección, sino exclusivamente el impulso de mejorar y redoblar nuestros
esfuerzos sociales y de carácter personal.
Hace 49 años que encabece a un grupo de
diez jóvenes mexicanos que fuimos recibidos en Washington, D. C., por el
senador Robert F. Kennedy, y entre otros temas de conversación salió a relucir
la política electoral, en vínculo con sus posibilidades a postularse como
candidato a la Presidencia de los Estados Unidos de América.
Lo importante, nos expresó, es buscar un
espacio en el cual se pueda "auxiliar con eficacia a la construcción de un
mundo nuevo, en donde hay que dominar la barbarie existente dentro del hombre,
y volver apacible y grata la vida de este mundo".
Conservo, con el recuerdo de ese
concepto, el pisa corbata del que se desprendió para obsequiármelo, mini
reproduciendo la lancha torpedera en la que participó durante la Segunda Guerra
Mundial, según su decir.
Dos años después, en 1968, me impresionó
saber de su asesinato en Los Ángeles, durante su exitosa campaña a la
Presidencia de EU; más cuando, mortalmente herido, repetía ante el asombro de
quienes lo asistieron, entre ellos un joven mexicano de Nayarit llamado Juan
Antonio Romero: "¿Están todos bien, verdad?
Cerca de su muerte, Robert no pensaba en él, sino en los demás. Preguntaba por los otros, sabiéndose duramente afectado.
Cerca de su muerte, Robert no pensaba en él, sino en los demás. Preguntaba por los otros, sabiéndose duramente afectado.
Se observa en esa conducta el carácter
de un ser humano, de un político. Desde luego que en nuestro país también ha
habido, existen, y habrán, mujeres y hombres que con sus pensamientos, sus
expresiones, y su conducta, dignifican a ese quehacer político.
No todo en ese ambiente es porquería.
Como no todo es suciedad en la educación, la economía, lo religioso, lo
laboral, y en todos y cada uno de los fenómenos sociales.
Lo cierto es que urge una transformación
de todo el sistema mexicano, y que al Presidente Enrique Peña Nieto le
corresponde conducir desde hace tres años, y que no avanza.
Y, ahora, frente al Presidente Peña
Nieto está el enojo de la población, y el tiradero de graves problemas; así, el
elector le brinda otra oportunidad.