Colectivo de
científicos
LOS PADRES DE LA
PENICILINA
Rosenda, mi hija, nos aporta y aclara
constantemente cuestiones relativas a la ciencia; y lo hace, con gran
sencillez, objetividad y encanto.
Al pedirle en reunión familiar que nos
explicara los alcances del hecho recién descubierto en Teotihuacán, sobre el
hallazgo de encontrar en un entierro precortesiano una vasija con mercurio, nos
refirió que ese elemento químico se halla en su estructura natural como sólido,
polvoso, rojizo, pero una vez que con el calor se licúa, bajo la acción del ser
humano, (conocimiento que estuvo al alcance de varias naciones originales o
precortesianas que habitaron en el territorio que hoy es de México) queda en
ese estado, como si se tratara de un grueso aceite de plata de forma geométrica
imprecisa, sorprendente, curiosa y llamativa, que se junta y se separa, sin
dejar ningún embarre.
Siendo, nos dijo, la teotihuacana una
comunidad teocéntrica, seguramente ese elemento ya licuado perteneció a un
religioso con poder.
Después de escuchar lo anterior, recordé
que, hace algunos años, Rosenda nos contó a todos, en casa, que el descubrimiento
de la penicilina se debía a todo un colectivo, y no únicamente al escocés
Alexander Fleming. (1881-1955)
En su narración nos fue explicando, a
detalle, la enorme importancia que tuvo, y tiene, la penicilina para el ser
humano: la cantidad de vidas que ha salvado, y cómo ha influido en el aumento
de las posibilidades y expectativa de vida de los individuos y pueblos del
mundo.
Nos aclaró que en la ciencia, y en el
caso del descubrimiento de la penicilina en particular, fue un colectivo de
científicos quien hizo ese gran aporte, y no una persona en lo individual, por
lo que el hecho de que sólo se siga reconociendo a Fleming, ese logro, es una
injusticia tanto para todos los que intervinieron como para él mismo.
Y, después, nos fue citando a Norman George
Heatley, (1911-2004) Howard Walter Florey, (1898-1968) y a Ernst Boris Chain,
(1906-1979) quienes, entre otros, fueron con Fleming los fundamentalmente
involucrados en este descubrimiento; detallándonos cómo cada uno de ellos había
participado; y, como tres de ellos habían obtenido el Premio Nobel de Medicina
1945, mientras que Norman Heatley injustamente no había sido galardonado con
ese ameritado premio. Agregando que Fleming consciente o inconscientemente, por
su mayor edad, renombre, experiencia, seguridad, desplante, y labia, había
pasado a la historia como el exclusivo descubridor de la penicilina.
Después de escuchar esa narración, todos
los presentes le pedimos a Rosenda que escribiera un ensayo sobre esos hechos
por ella investigados.
Ahora supe que ya concluyó el ensayo, que
próximamente será publicado, y esta noticia me hizo recordar aquella historia
humana que nos contara sobre el descubrimiento de la penicilina con las
palabras cadenciosas impresas en su voz, cargadas de conceptos atractivos y
claros que fluyeron impactándonos a todos los presentes.
Los fenómenos científicos, y los relatos
humanos sobre ellos, siempre deben ser atractivos.