Rasgo de buen humor
PARAISO DE LA
DEMOCRACIA
"El humor es la bendición más
grande que tiene la humanidad", expresó Mark Twain (1835-1910) al
presentar sus poemas humorísticos; y seguramente por su agudeza en la gracia
William Faulkner lo signó como "el padre de la literatura
norteamericana", siendo Thomas Alva Edison quien lo ubicó: "un
americano ama a su familia; pero si le sobra espacio para amar a otra persona,
por lo general escoge a Mark Twain.
Así las cosas del buen humor para
nuestros vecinos del norte, para nosotros los mexicanos mucho de lo que nos
produce risa, o sonrisa, suele estar ligado, de alguna manera, con la tragedia
y la tristeza, la ajena más que la propia.
¡Miren Ustedes!, amigos lectores, que el
poeta romántico y suicida de Saltillo, Coahuila, Manuel Acuña, nos dejó su
encantadora obra "Rasgo de buen humor", resolviendo a través del
verso la eterna disyuntiva de escoger entre la gloria del éxito, o la jornada
de amor con una mujer hermosa. Y ese humor estará siempre ligado a un nocturno,
el dedicado a Rosario de la Peña.
En realidad, en México hemos tenido y
tenemos excelentes humoristas: desde José Joaquín Fernández de Lizardi
(1776-1827) hasta Jorge Irbargüengoitia (1928-1983), Marco A. Almazán
(1922-1991), Armando Fuentes Aguirre (1938, y quien aún sigue vivo y de buen
humor)
Todos ellos se han reído y nos han hecho
reír sobre el tema de la democracia; y, ahora, leo en "Conjuros", una
atractiva obra de Felipe Garrido, actual director adjunto de la Academia
Mexicana de la Lengua, Vuelo histórico.
Transcribo la parte esencial:
"Señoras y señores pasajeros, muy buenas tardes; desde la cabina de mando
les habla su piloto, el capitán Ausencio Cruz y Gama, para informarles que,
como ya lo habrán notado, nos encontramos en una zona de intensa turbulencia.
Quiero informarles que están a bordo de un vuelo histórico, sin precedente, que
marca una nueva etapa en la aviación. Gracias a los esfuerzos y los sacrificios
de muchos hombres y mujeres, hemos logrado superar los viejos procedimientos
autoritarios que por décadas imperaron en los viajes por el aire. Por primera
vez en la historia serán ustedes mismos quienes decidan lo que debemos hacer.
En un momento más, las señoritas sobrecargo van a repartirles un cuestionario
que deben llenar para decidir qué maniobras habremos de ejecutar para llegar
con bien a nuestro destino..."
Con sentido de humor fino Felipe Garrido
nos invoca a la democracia, tácitamente, para que la mayoría de los pasajeros
en un vuelo aéreo con peligrosas turbulencias decidan qué hacer, democráticamente,
en lugar del procedimiento tradicional y autoritario en donde el capitán tiene
la decisión técnica por su preparación responsable y profesional.
En otro ejemplo, ¿cómo a nombre de una
democracia se puede crear un autogobierno en una clínica de enfermos mentales,
o en un CERESO o CEFERESO?
La democracia no es solamente la
decisión del pueblo, sino la decisión que favorece al pueblo.