Al toro por los
cuernos
MUERTOS POR AQUÍ;
MUERTOS POR ALLÁ
Recién hubo 43 muertos en un enfrentamiento
en el rancho El sol, cercano a Tinaja de Vargas del municipio de Tanhuato,
Michoacán, según versión gubernativa del comisionado Nacional de Seguridad,
Monte Alejandro Rubido García: "42 presuntos delincuentes, y 1 policía
federal".
En principio, el fallecimiento de todo ser
humano preocupa; y la muerte violenta de 43 mexicanos genera pesar.
Sin embargo, ¿qué pensaríamos y
expresaríamos si los 42 muertos fueran policías, y uno fuese presunto
delincuente?
Cavilaríamos y diríamos, cada quien a su
modo, que las fuerzas del orden público ya no servían, mientras que los
supuestos delincuentes en su superioridad transgresora se ubicarían como un
poder decisorio, por encima del gobierno constituido.
Esa observación objetiva, según el interés
del sujeto que la expusiera, iría acompañada de opiniones personalísimas.
Algunos estarían contentos de que las
fuerzas armadas fueran vencidas, ya que éstas, lamentablemente y por diversos
motivos, han concitado recelos, y hasta odios.
Otros, por fortuna todavía los más, no
simpatizamos con ningún desorden, sea quien sea el que lo provoque.
Los vividores del caos, y de estos
choques armados, prefieren que se sigan dando, pues buscan que su negocio prospere,
para ser poderosos o ricos, aunque su riqueza y poder esté manchado de sangre.
Se ha venido generando tanta confusión y
desconfianza que hay gente que comenta este hecho, y otros similares, como montajes
del poder público, y dudan de que los muertos sean presuntos delincuentes.
En este caso, para bien, se informó
oficialmente que hay 3 detenidos en el sitio de los hechos, quienes seguramente
con los derechos garantidos de que gozan rendirán declaraciones, expresando sus
vivencias e intereses.
Oficialmente se informó de vecinos testigos
de ese enfrentamiento; y habrá que hacer públicas sus declaraciones, para que
todo quede claro, preciso, tranparente, y ajustado a derecho.
Vale reflexionar sobre problemas
producidos por las muertes de esos 42 presuntos delincuentes, y por la del
policía federal. Los muertos dejan padres, esposa, hijos, nietos, y hasta
amigos. ¿Qué hace el gobierno, representante del estado mexicano, por ellos?,
¿quién los contacta para cicatrizar heridas, orientarlos, darles razón social y
convincente de lo que pasó y por qué perdió la vida su familiar, apoyarlos a
través de programas eficaces, a efecto de no dejar caldos de cultivo propicios
para que la delincuencia siga prosperando, o, en su caso, para que la sociedad
reconozca el sacrificio del policía, y no olvide ni deje desprotegida a su
familia.
Observemos
cómo se confrontan nuestras leyes con la realidad, para obrar en consecuencia.
¿Todos los delincuentes son readaptables, o alguno no?, ¿qué hacer con los no
readaptables?, ¿el gobierno actualmente tiene la capacidad de readaptar a los
readaptables?; a éstas, y a otras preguntas, habrá que darles contestación
responsable y honesta.
Agarremos al toro por los cuernos. No
produzcamos más muertes, ni permitamos que se provoquen por parte de otros. La
vida es valor superior.