Entre bromas y veras
LOS MEXICANOS
PINTADOS POR SÍ MISMOS
Para encontrar el perfil de los
mexicanos se suele recurrir a lo escrito por Samuel Ramos, y a la obra de
Octavio Paz; sin embargo, desde el siglo XIX nuestros antepasados tuvieron la
inquietud de ir dibujando sus pensamientos sobre el tipo de mexicanos
existentes.
Y escribir es, justamente, dibujar
nuestros pensamientos a través de palabras conceptuales que llegan a constituir
razonamientos.
En 1854-1855 la Imprenta M. Murguía y
Comp. editó el libro Los mexicanos
pintados por sí mismos, Tipos y costumbres nacionales, en donde
participaron varios autores, entre otros, Hilarión Frías Soto, José María
Rivera, Juan de Dios Arias, Ignacio Ramírez, Pantaleón Tovar, y Niceto de
Zamacois.
La perspectiva de todos ellos fue
describir cómo eran los personajes que ejercían las actividades de esos
tiempos: el aguador, la chiera, el pulquero, el barbero, el cochero, el cómico
de la legua, la costurera, el cajero, el evangelista, el sereno, el alacenero,
la china, el poetastro, el vendutero, la coqueta, el abogado, el arriero, el
jugador de ajedrez, la cajista, la estanquillera, el escribiente, el ranchero,
el maestro de escuela, la casera, el criado, el mercero, la partera, el
ministro, el cargador, el tocinero, y el
ministro ejecutor.
La diversidad de trabajos durante ese
siglo en que nació México a la vida independiente, en su pluralismo de
identidad, fue tomado por esos escritores como una riqueza social de la época.
Y cada uno de estos literatos, con su propio estilo, entre bromas y veras, dejó
su huella intelectual en la estampa de su personaje.
Desde luego la idea de describirse por
sí mismos los mexicanos no fue del todo original, ya que mucho antes les dio
por describirse a sí mismos a los ingleses, a los franceses, a los españoles, a
los italianos, a los griegos, y a muchos otros europeos.
Pero en nada demerita ni mengua la
disposición de esos inteligentes mexicanos del siglo XIX que pintaron
literariamente a los connacionales de su entorno, ya que lo hicieron con gracia
y precisión.
De esa obra ha habido muchas ediciones;
pero, ahora, desde el mes de octubre del año 2013, CONACULTA y MAPorrua
lanzaron una reciente edición agradablemente ilustrada. A esta edición le han
agregado un ensayo de un destacado escritor del siglo XX, Andrés Henestrosa,
sobre el panadero.
A finales del siglo XX y lo que va del
XXI nos ha dado por pintarnos, como mexicanos, en nuestro perfiles más
negativos: borrachos o drogados, llevado a cabo conductas locas y
descabelladas. como quien en París se orinó sobre el pebetero del Arco de
Triunfo, apagando con sus excreciones líquidas el fuego permanente que honra a
los héroes franceses, o como idiotas, faltándole al respeto a una brasileña y
lesionaron gravemente a su esposo.
Sin embargo, la mayoría de los mexicanos
no somos así, y bien podríamos describirnos en el campo, industria, comercio, y
profesión, como gente honorable y trabajadora.