domingo, 30 de marzo de 2014

Un mexicano universal
LA SOLEDAD DEL LABERINTO
        Los fantasmas de nuestros bicentenarios y centenarios, a partir del 2010, siguen recorriendo e inquietando las más secretas raíces que nutren y atan a los mexicanos.
        Eso que nos alimenta y liga fue analizado con profunda maestría por Octavio Paz en El laberinto de la soledad (1950); y hoy, en este año 2014 en que recordamos el centenario de su nacimiento, nos es obligado retornar a la relectura de sus obras, con preocupación, aún sabiendo que nos generará encanto.
        En mi caso tengo subrayados sus textos, a los que al margen he dedicado anotaciones personales. Esto me ha facilitado las frecuentes consultas.
        Antecedente de las reflexiones que Paz tuvo sobre lo mexicano fue, sin lugar a duda, (lo escrito por quien sus años de preparatoria los pasara en el Primitivo y Nacional Colegio de San Nicolás de Hidalgo) Samuel Ramos en El perfil del hombre y la cultura en México (1934); empero, Octavio ahonda, amplía y actualiza, ese tema inacabable y controversial tan pertinaz y debatible como todo lo que cambia y que, además, multiplica con frecuencia inaudita las perspectivas para ser estudiado.
        Siempre será un material aleccionador leer lo que fueron en su tiempo, y lo que son para el nuestro: los pachucos y sus extremos; las máscaras mexicanas; el día de todos los santos y el de muertos; la Malinche y sus hijos; la conquista y la colonia; la etapa de la Independencia, la de Reforma y la de la Revolución de 1910; la inteligencia mexicana hasta la primera mitad del siglo XX; y, la dialéctica de la soledad. Sin embargo, el meollo del problema inicial planteado por Ramos y por Paz fue, ¿el porqué del sentimiento de inferioridad que los mexicanos llevamos dentro?
        Y ambos observan, también en principio, que los mexicanos portamos "la instintiva desconfianza acerca de nuestras capacidades... lo que nos conduce a un sentimiento de inferioridad... por lo que tenemos predilección por el análisis... por la crítica de lo creado por otros... debido a la escasez de nuestras propias creaciones".
        Ramos señaló algunas causas a ese sentimiento de minusvalía. Paz acrecienta en todos sentidos esa hermenéutica y, por ejemplo, externa: "Al repudiar a la Malinche -Eva mexicana, según la representa José Clemente Orozco en su mural de la Escuela Nacional Preparatoria- el mexicano rompe sus ligas con el pasado, reniega de su origen y se adentra solo en la vida histórica... de ahí que el sentimiento de orfandad sea el fondo constante de nuestras tentativas políticas y de nuestros conflictos íntimos. México está tan solo como cada uno de sus hijos."
        Sobre ese tema, y algunos otros de interés, tuve el privilegio de platicar con Octavio Paz durante una de sus visitas a la ciudad de Morelia y, en la cena, dijo: "Nos buscamos a nosotros mismos y encontramos a los otros." Y le pregunté: "No será que ya estamos en la soledad del laberinto".