domingo, 23 de marzo de 2014

Concubina de Hernán Cortés
SÍMBOLO DE NUESTRO MESTIZAJE
        Hernán Cortés tuvo confianza en sus dos intérpretes, ya que el capitán español ni hablaba ni entendía ninguna de las lenguas de los países originales que habitaron, antes de la llegada de los españoles, lo que hoy es México.
        En el principio, Cortés le hablaba en español a Gerónimo de Aguilar, y éste comunicaba el mensaje, en maya, a la Malinche, quien a su vez lo trasladaba al náhuatl para los receptores indicados por Hernán.
        Gerónimo de Aguilar y la Malinche fueron auxiliares directos del capitán conquistador, tanto para hacer llegar los mensajes de Cortés, como para que éste recibiera las respuestas: sin embargo, antes de los tres meses la señora Malinche ya había aprendido el español, entendiéndolo y hablándolo e iniciando su aprendizaje de escritura.
        Nadie la menciona, por ser mujer y esclava, en la lista de quienes sentaron las bases iniciales de la filología entre las ruinas de los países originales y la naciente colonia de la Nueva España; superando la Malinche en eficiencia a Gerónimo de Aguilar, y supliéndole definitivamente.
        Además, de Malinche pasó a ser la señora Marina, al usarla el capitán general y justicia mayor para sus necesidades sexuales y su satisfacción sentimental; engendrando a su primogénito en estas relaciones, y a uno de los primeros niños mestizos, el que llevaría por nombre Martín Cortés, en recuerdo de su abuelo paterno.
        Debemos tener en cuenta que los primeros mestizos concebidos entre los conquistadores europeos y las esclavas aborígenes, por lo general, fueron asesinados al nacer por sus propias madres o por sus ascendientes indígenas, por temor, superstición, o coraje.
        De ahí la valoración que debemos tener sobre la actitud de la Malinche o Marina al aceptar a su hijo, aunque le fuera quitado muy pronto por Hernán Cortés, para entregarlo en custodia, y para su preparación, a un pariente español venido en la tropa de conquistadores.
        Una esclava, como la Malinche, no puede ser sujeto activo de traición; a la inversa, ella era sujeto pasivo de la traición que los poderosos náhuatl aplicaban a los seres humanos llamados mujeres, y del hegemonismo sanguinario que los aztecas tenían con todos los pueblos que dominaron en base a la guerra.
        Para todos los indígenas esclavos, y los dominados y explotados por el imperio azteca, los enemigos históricos y odiados eran los aztecas, no los españoles recién llegados. Y estas apreciaciones las entendió rápido y bien Hernán Cortés, usando de ellas para establecer alianzas con los totonacas, primero, y después con los tlaxcaltecas, quienes como aborígenes fueron el grueso de su ejército de conquista.
        José Vasconcelos dijo bien cuando expresó: "La conquista de Méjico la hicieron los indígenas; mientras que la independencia de Méjico la hicieron los españoles".
        Cada mujer mexicana del 2014 puede pensarse en el lugar de la Malinche, y tratar de ver aquella realidad del 1519 al 1524 en las tierras que hoy son México.