Concubina de Hernán
Cortés
SÍMBOLO DE NUESTRO
MESTIZAJE
Hernán Cortés tuvo confianza en sus dos
intérpretes, ya que el capitán español ni hablaba ni entendía ninguna de las
lenguas de los países originales que habitaron, antes de la llegada de los
españoles, lo que hoy es México.
En el principio, Cortés le hablaba en
español a Gerónimo de Aguilar, y éste comunicaba el mensaje, en maya, a la
Malinche, quien a su vez lo trasladaba al náhuatl para los receptores indicados
por Hernán.
Gerónimo de Aguilar y la Malinche fueron
auxiliares directos del capitán conquistador, tanto para hacer llegar los
mensajes de Cortés, como para que éste recibiera las respuestas: sin embargo,
antes de los tres meses la señora Malinche ya había aprendido el español,
entendiéndolo y hablándolo e iniciando su aprendizaje de escritura.
Nadie la menciona, por ser mujer y
esclava, en la lista de quienes sentaron las bases iniciales de la filología
entre las ruinas de los países originales y la naciente colonia de la Nueva
España; superando la Malinche en eficiencia a Gerónimo de Aguilar, y
supliéndole definitivamente.
Además, de Malinche pasó a ser la señora
Marina, al usarla el capitán general y justicia mayor para sus necesidades
sexuales y su satisfacción sentimental; engendrando a su primogénito en estas
relaciones, y a uno de los primeros niños mestizos, el que llevaría por nombre
Martín Cortés, en recuerdo de su abuelo paterno.
Debemos tener en cuenta que los primeros
mestizos concebidos entre los conquistadores europeos y las esclavas
aborígenes, por lo general, fueron asesinados al nacer por sus propias madres o
por sus ascendientes indígenas, por temor, superstición, o coraje.
De ahí la valoración que debemos tener
sobre la actitud de la Malinche o Marina al aceptar a su hijo, aunque le fuera
quitado muy pronto por Hernán Cortés, para entregarlo en custodia, y para su
preparación, a un pariente español venido en la tropa de conquistadores.
Una esclava, como la Malinche, no puede
ser sujeto activo de traición; a la inversa, ella era sujeto pasivo de la
traición que los poderosos náhuatl aplicaban a los seres humanos llamados
mujeres, y del hegemonismo sanguinario que los aztecas tenían con todos los
pueblos que dominaron en base a la guerra.
Para todos los indígenas esclavos, y los
dominados y explotados por el imperio azteca, los enemigos históricos y odiados
eran los aztecas, no los españoles recién llegados. Y estas apreciaciones las
entendió rápido y bien Hernán Cortés, usando de ellas para establecer alianzas
con los totonacas, primero, y después con los tlaxcaltecas, quienes como
aborígenes fueron el grueso de su ejército de conquista.
José Vasconcelos dijo bien cuando
expresó: "La conquista de Méjico la hicieron los indígenas; mientras que
la independencia de Méjico la hicieron los españoles".
Cada mujer mexicana del 2014 puede pensarse
en el lugar de la Malinche, y tratar de ver aquella realidad del 1519 al 1524
en las tierras que hoy son México.