Los encargados de la publicidad oficial
son torpes, y el pueblo de México ya no cree en esa propaganda; ante esta
realidad, estimulemos la positividad que puede desprenderse de esa incredulidad
popular, y exijamos al gobierno mayor responsabilidad.
En todo los medios masivos de
comunicación se lanzó como nota contundente la captura del "Z-40", real
o supuesto líder de uno de los múltiples cárteles que operan en nuestro país,
incluso, con implicaciones fuera de nuestras fronteras. Y con bombo y platillo,
como el mayor de los éxitos, se comentó la noticia.
Pareciera, según la enorme y costosa publicitación,
que con esta captura se aniquiló a todo el crimen organizado en sus diversas
variantes y residencias. Todo el gabinete de seguridad, en pleno, dio la nueva
buena, como si se anunciara el fin de una gran guerra, y el triunfo de las
fuerzas del bien.
Sin embargo, sexenios van y sexenios
vienen, y ese escenario se repite, con el mismo montaje teatral, idéntica
trama, similar mensaje, cambiando sólo los personajes de cada administración
federal.
Miguel Félix Gallardo, Rafael Caro
Quintero, Ernesto Fonseca, cada uno en su tiempo y en su set, motivó ese
idéntico discurso oficial, esa misma simulación pueril de triunfo definitivo.
Ahora, aquellos viejos capos casi han
sido olvidados, ya que únicamente fueron las cabezas del momento de una hidra
que los poderosos transnacionales alimentan con fines aviesos de alta
productividad para sus capitales y sus vicios.
La hidra sigue ahí, y sus dueños
también, con nuevas cabezas que podrán ser cortadas bajo el ritual oficial
repetitivo y concebido, y para esas podas que hacen rejuvenecer a la bestia.
Es obvio que estoy haciendo el
comparativo de nuestro doloroso problema con la Hidra de Lerna, monstruo de la
mitología griega que guardaba la entrada al inframundo, a la cual Hércules mató
en el segundo de sus doce trabajos, con auxilio de su sobrino Yolao.
La hazaña fue lograda al cortarle todas
las cabezas, a la vez, a ese engendro venenoso, quemándole los cuellos para
hacer una destrucción de raíz, ante aquel animal mitológico al que le nacían
dos cabezas por cada una de las cortadas.
Ese mito trae consigo una receta, de las
múltiples que existen para superar ese mal. Pero a nadie de los poderosos le
interesa destruir eficazmente ese gran negocio de la hidra moderna.
Por ello, en los foros internacionales y
nacionales seguiremos exhibiendo repetidamente la misma película en lapsos
intermitentes, cambiando simplemente algunos papeles estelares y detalles
anecdóticos que los casos concretos van brindando.
En estos tiempos ambiguos, con
personajes sin voluntad para atacar los problemas graves de raíz, se dan golpes
sin efecto envueltos en publicidad simuladora.
Actuemos para que la hidra tenga fin,
aplicando la fuerza de la opinión pública para lograr que el gobierno actúe con
toda responsabilidad.
Restablezcamos la paz productiva y
armónica entre los mexicanos.