"Cría cuervos y te sacarán los
ojos"; esta frase que ha servido de conseja durante milenios sigue
teniendo aplicación.
Es prudente recordarla ante el nuevo
caso que vive el gobierno de los Estados Unidos de América; y no porque se
dedique actualmente a la cría de cuervos, sino porque se sigue dedicando a la
cría de espías.
Quien espía a otros, con esta conducta
está autorizando a que lo espíen a él; y, algo más, a que sus propios espías lo
espíen. Éste es el caso de Edward Snowden, quien disfrazado de consultor
tecnológico no era sino un miembro más del espionaje estadunidense, pero
cansado de tanto curiosear, decidió bajarle los pantalones al Tío Sam para
publicar sus impudicias en esa materia.
Empero, como en las comedias de enredos,
huyó hacia Rusia, quien hasta el momento lo ha venido protegiendo, pero sin
concederle asilo.
De aquella vieja Rusia, ahora convertida
en nueva después de tener por más de 80 años su aventura bolchevique, venía el
Presidente de Bolivia Evo Morales de regreso a su país; y como su avión tenía
que cargar combustible en algún país de la Europa Occidental, tan proclive y
cuidadosa de la política de los EU, ni en España ni en Portugal ni en Francia
le permitieron el aterrizaje al avión presidencial boliviano, al parecer,
creyendo que como pasajero no sólo iba Evo sino el ex espía de la CIA Snowden.
Todo el agravio anterior, es de
suponerse, orquestado por el propio gobierno gringo, quien puso en riesgo la
vida de los pasajeros, afectando al derecho internacional que juzga como
territorio boliviano a toda nave aérea con bandera de ese país, al igual que lo
hace con toda nación en franco principio de reciprocidad.
En el caso, el Presidente boliviano tuvo
que recurrir al aeropuerto de Viena para poder realizar la escala técnica
necesaria. Esto ha ocasionado todo un escándalo internacional que parece no
terminar.
Desde luego que la ofensa es para todo
país, y para todo jefe de Estado; pues "cuando veas las barbas de tu
vecino cortar, pon las tuyas a remojar", otra conseja que bien puede venir
"como anillo al dedo".
Es cierto que han pasado los días, y
notas diplomáticas van y notas diplomáticas vienen; los medios masivos de
comunicación se han llenado de reportajes y opiniones al respecto; tres o
cuatro presidentes de países latinoamericanos han hecho patente su mesurada
reprobación, o su enojo franco.
Pero lo que no ha habido es una actitud
seria, pero rápida, razonada pero contundente, de todos los países de
Latinoamérica unidos pidiendo, primero, una explicación oficial a los gobiernos
de los tres países que faltaron a las normas del derecho internacional, para
después, unidos, tomar las medidas del caso.
Esa conducta, sí que cimbraría al mundo,
y Latinoamérica se vería madura, lejos de los provincialismo umbilicales,
independientemente del derecho a asilo que requiera el espía arrepentido.