El Popocatépetl se encuentra intimidando
con sus fumarolas apremiantes a más del 25 por ciento de la población nacional,
y el Volcán de Colima sigue anunciando su permanencia de vez en cuando con sus
escurrimientos riesgosos; empero, hoy por hoy lo ciertamente turbulento y
levantisco son grupos humanos que, productos de discordias o sembradores de
ellas, persiguen con sus actos la provocación de la violencia.
México se encuentra asentado entre
volcanes, y ahora no sólo me refiero a nuestra posición geográfica y geológica,
sino a peligros más activos que, sin ser montañas con cráteres en erupción, nos
tienen al borde de riesgos amenazadores.
Y como en el poema de Rubén Darío, el
lobo también tiene sus motivos, al igual que no le faltan razones ni al hermano
Francisco ni a los pastorcillos ni a los cazadores.
En el caso de nuestro país, al decir del
Presidente Enrique Peña Nieto, exclusivamente podemos "tener un
crecimiento mayor, a tasas superiores al 5 o 6 por ciento, anual, si logramos
materializar las reformas y los cambios estructurales definidos en la agenda
del Pacto por México".
Pacto que ha engendrado reformas y
cambios estructurales a los que se oponen abierta y furiosamente multitudes
organizadas que, en el menor de los casos, ejercen ilícitamente su propio y
supuesto derecho en diversas regiones de nuestra república.
Grupos armados que retan a los soldados
y a los marinos, enfrentando a las policías; camarillas de profesores que toman
carreteras y edificios privando ilícitamente de su libertad a funcionarios
públicos; comunidades indígenas que, so pretexto de su autodefensa, imponen a
la fuerza sus usos y costumbres, con tendencia a declararse territorios libres;
narcotráfico, secuestros, crímenes espeluznantes, delincuencial cobro de
impuestos; y, todo lo anterior, vinculado con ese secretísimo plan gringo de
"rápido y furioso".
Entremezclado con lo anterior, para dar
más y mejor lugar al efecto polvorín, el conflicto magisterial, opositor franco
a la reforma educativa, se une con policías comunitarias para liberar a sus
miembros detenidos, y entran a Chilpancingo, capital del Estado de Guerrero, en
una marcha de guerrilla triunfadora al lograr sus objetivos, ante la pasividad
de las autoridades correspondientes.
Todos sabemos que el poder desgasta;
pero el no poder desgasta más. Verdad que no debe desconocer quien ejerce
funciones públicas con apego al derecho.
Vigilemos que no se vaya a instituir en
las constituciones, la federal y las estatales, una nueva forma para abrogar,
derogar, reformar y adicionar a las leyes mexicanas: tomando carreteras, calles
y edificios, privando ilícitamente de su libertad a los funcionarios públicos,
incendiando gasolineras y vehículos automotores ajenos, y violentando la vida
de México.
No puede ser, ésa, la herencia que
dejemos a nuestros hijos ni a nuestros nietos.