Todo nace
con una realidad que provoca una idea. La realidad se dio en Cataluña, España,
en donde por la necesidad de promover sus propios libros, los de autores
clásicos y los de sus contemporáneos, Vicent Clavel Andrés, valenciano
avecindado en Barcelona, se montó en la Diada de San Jordi, el 23 de abril del
1923, para sacar los libros a la calle, y hacer toda una fiesta de la compra,
de la venta, de la lectura, de la escritura, del préstamo, del comentario, de
ese objeto que tanto ha ayudado al desarrollo del Hombre.
Con su
éxito del Día del Libro, en aquella ciudad catalana, promovió Vincent
ante el Rey Alfonso XIII que esa fiesta se generalizara por todo España,
obteniendo que ese monarca el 6 de febrero de 1926 firmara el Decreto Real
declarando el 23 de abril como Día de Fiesta del Libro Español.
Y la
España del 1995 logró que el 15 de noviembre de ese año la UNESCO declarara el
23 de abril como Día Internacional del Libro y del Derecho de Autor.
En el 2009, 112 países
en el mundo se coordinaron para que se celebrara cada 23 de abril el Día
Internacional del Libro.
Se
escogió este día en Barcelona por el Día de San Jorge. Después en toda España
se motivó que fuese ese día por la coincidencia de que en un 23 de abril del
año 1616 murieron William Shakespeare, Miguel de Cervantes Saavedra, y el Inca
Gracilazo de la Vega, aunque el fallecimiento del escritor inglés se dio bajo
la égida del calendario juliano, y los otros dos en la vigencia del calendario
gregoriano, por lo que sólo formalmente fueron el mismo día. Y ahora se
reconoce el 23 de abril como Día del Libro simplemente por su raíz española.
Todos
debemos acrecentar la cultura del libro, en todas las formas posibles, ya que
éste ha sido un eficaz y valioso instrumento para que el ser humano logre
calidad en su vida.
Los libros han sido, son, y seguirán siendo,
pensamientos graficados, decires escritos, haceres registrados; en ellos está
el espacio y el tiempo en donde el hombre deja huella de sí mismo; antes hechos
a mano, después en imprenta, ahora con instrumentos cibernéticos, mañana con
los nuevos inventos, pero siempre serán libros.
Un libro que debe perdurar en nuestras lecturas,
aunque valiosos hay miles, son las tres partes del Poema Pedagógico de
Antón Makarenko, escritor y pedagogo ucraniano, quien bajo la inspiración de
los maestros Máximo Gorki y Félix Dzerzhinski, auxilió con éxito a construir las
estructuras didácticas de la escuela soviética, con las directrices del
marxismo leninismo.
Ese libro está escrito de manera sencilla, pero
con una gran profundidad en sus conceptos, ahí se da cuenta, paso a paso, de
cómo un pequeño grupo de educadores, sin recursos materiales, convierten con
trabajo, reflexión, comunicación comunitaria y enseñanza, a jóvenes
delincuentes en ciudadanos de bien.