Considero lo expresado por el Presidente
Enrique Peña Nieto frente a indígenas de Navenchauc, municipio de Zinacantacán,
Chiapas, en defensa de la secretaria de Desarrollo Social: "Rosario, no te
preocupes, hay que aguantar porque han empezado las críticas, las
descalificaciones de aquellos a quienes ocupa y preocupa la política y las
elecciones. Pero a nosotros, a este gobierno, que tenemos un objetivo claro,
una tarea con los mexicanos, que es acabar con el hambre. Que sigan aquellos
criticando las acciones, a nosotros nos preocupa y nos compromete acabar con el
hambre de México".
Su actitud, por caballerosa acertada,
fue impropia de la lógica política de un Presidente de la República, ya que
estaba respondiendo indirecta y tangencialmente no a una "crítica",
como lo hizo notar el líder nacional del panismo, "sino a una denuncia
penal del fuero federal".
En ese momento debió aplaudir, y
reconocer, a la secretaria Robles por su actitud presta a separar de los cargos
a sus colaboradores denunciados, mostrando así su descalificación a todo desvío
ilegal de recursos públicos hacia fines partidistas.
Ahora, debido a su expresión transcrita,
el Presidente puso en riesgo al Pacto por México, logro que le ha dado puntos
favorables.
Ese pacto, en sí, nos da un aliento de
esperanza ante tanta desunión y desorden, aunque su utilización desmedida para
las múltiples y controversiales reformas promovidas haya tenido efectos
contraproducentes, a la vista de todos.
Por ejemplo, ya lo he manifestado, la
reforma educativa preparada por ese pacto no es pertinente para el terrible mal
que padecemos en esta materia, generando, además, el sacudimiento opositor de
quienes debieron ser promotores y aliados de un cambio satisfactorio en esa
materia.
¿Qué urgencia o qué necesidad había para
no hacer partícipes a maestros, a padres de familia, a estudiantes, en su caso,
en una reforma educativa de gran calado que nos conviene a todos?
Algo similar, también lo he dicho, acontece
con las otras reformas que, siendo iniciadas por el mismo Pacto por México,
siembran desconfianza en no pocos mexicanos.
La de energéticos y la de
telecomunicaciones parecen tener, en los entresijos del poder, dedicatorias a
favor de intereses globalizados o extranjeros.
Ya de manera tardía el Presidente Peña
Nieto acaba de hacer una declaración en el sentido de que los programas del
gobierno, como el de la lucha en contra del hambre, no debe ser utilizado para
fines de política electoral por nadie.
La inoportunidad de esas expresiones
provocan mayor desconfianza, ya que se notan como si fuese una mala enmienda
del error propio no reconocido.
Dice la frase popular que "más vale
una vez colorado, que siempre desteñido".