Está claro que el primer mensaje del
presidente de la Asamblea fue dirigido a un muerto "inmortal": Hugo
Chávez.
Nicolás Maduro, candidato triunfante, lo
primero que hizo después de votar fue visitar la tumba de Hugo Chávez para
rendirle parte: "... Nos dejas muchas tareas pendientes, tus sueños; pero
un legado completo..."
Tienta el decir, en algunos, que Hugo
Chávez, como el Mío Cid Don Rodrigo Díaz de Vivar, gana la batalla después de
perder la vida; al igual que mueve a afirmar, a otros, que una política
nacional fincada en un muerto reciente puede muy pronto oler a sepultura.
Sin embargo, pelear en contra de un
muerto motiva de entrada el perder la contienda, más cuando ese fallecido, con
todo y lo controvertido de su personalidad, tuvo pensamientos, expresiones y
actos con efectos positivos, que merecen admiración y respeto.
El enfrentamiento electoral de este
domingo 14 de abril próximo anterior fue entre el chavismo venezolano en el
poder, y una parte dolida de Venezuela apoyada abiertamente por algunas
transnacionales operando con la simpatía de grupos gubernativos de los Estados
Unidos.
Y es que está de por medio la riqueza
petrolífera, con todo y sus inmensas reservas, de ese país latinoamericano;
además de que, dadas las circunstancias actuales del mundo, los EU consideran
necesario el frenar los avances que han tenido en este continente las
corrientes de una izquierda que no es amiga de las formas de organización
socioeconómica promovidas por Washington, sino que simpatizan y colaboran
abiertamente con los enemigos actuales de la Casa Blanca.
De ahí lo cerrado de la contienda: 50.66
por ciento de los votos para Maduro; y, 49.07 por ciento para Capriles. Esa
diferencia se traduce en 235 mil sufragios.
Resultados, ésos, calificados por
Tibisay Lucena, presidente del Consejo Nacional Electoral, como
"irreversibles".
Así que por poquito pierde "el
líder eterno de la revolución bolivariana", y por poquito ganan los amos
de un mundo globalizado.
Unos ganaron perdiendo; otros perdieron
ganando. Ambos se encuentran asustados. Ninguno quiere pactar ni puede pactar.
Capriles exige recuento de voto por voto. Maduro afirma que la voluntad popular
no puede ser objeto de pacto cual ninguno.
Sin Hugo Chávez, las fuerzas auspiciadas
por los EU pueden ir creciendo. El ejército venezolano puede ser dividido e,
internamente, confrontadas sus partes.
Los países del cono sur deben fortalecer
su unidad. Curiosamente una elección nacional venezolana rebasa las fronteras
de esa nación hermana, sintiéndose el efecto de la globalización, para bien, o
para mal.
El futuro de México y el de América
pueden estar en ese evento que, al parecer, nos es tan ajeno.