Dzhokhar
Tsarnaev gusta de twitear, y en uno de sus recientes mensajes escribió:
"No entiendo por qué para muchos de ustedes es difícil aceptar que el 11-S
fue un trabajo desde el interior". Este diagnóstico del hecho, cierto o
no, es una percepción generalizada en Estados Unidos.
El
mismo Presidente Barack Obama externó una opinión similar frente a la
inagotable presencia de asesinatos masivos por parte de gente estadunidense desquiciada:
"... qué nos está pasando interiormente..."
No
pocos de los males de nuestros vecinos del norte provienen, endogámicamente, de
sus contradicciones internas agudizadas. Y su error ha sido juzgar que sus
problemas tiene causas externas o, acaso, su diagnóstico exogámico es perverso,
para iniciar guerras como forma maligna de mejorar su economía.
Pero
la tragedia de Boston no dio para más. Este hecho lamentable tiene sólo raíces
en el interior de EU, contra el dolido pesar de los gana dineros de la
industria bélica gringa, quienes desearían encontrar la etiología de ese drama
en Corea del Norte o en Venezuela.
En
cambio, la mayoría de los actuales y embarazosos problemas de México tienen causas
internas, preponderantemente.
Observemos
que la reforma educativa promovida por el Pacto por México tuvo como base un
diagnóstico superficial aceptable, en parte y en principio, pero incompleto e
inoperante en la manera propuesta; mientras, las reformas y adiciones a nuestra
Carta Magna no fueron pertinentes para el mal que padecemos en esta materia,
generando, por otro lado, el sacudimiento opositor de quienes debieron ser
promotores y aliados de un cambio satisfactorio.
Algo
similar parece acontecer con otras reformas que, siendo promovidas por ese
mismo Pacto por México, daban la impresión de ser de gran calado; empero, la
gente con sentido común está desconfiando de su aportación al desarrollo social
del país.
La
de energéticos y la de telecomunicaciones parecen tener dedicatorias a elementos
exógenos, para satisfacer intereses globalizados, o simplemente para favorecer
a extranjeros.
Ahora
se anuncia otra nueva reforma, la financiera, recibiendo de inmediato desde
Washington un apoyo parcial que discretamente envuelve una fina crítica de
parte de la director gerente del Fondo Monetario Internacional Christine
Lagarde: "Estoy personalmente muy impresionada por la manera de cómo Peña
Nieto logró reunir apoyo al derredor de su programa integral de reformas."
Eso
es lo que desde el extranjero se piensa: les impresiona la forma, y no las
reformas; la cantidad, y no la calidad. Se impresionan de cómo se logró el
Pacto por México, y el lanzamiento erizado de varias reformas, y no su
pertinencia ni eficacia.