Desde la iniciada en el año 1096 bajo el
grito de "Dios lo quiere", encabezada por Pedro el Ermitaño, hasta la
promovida en el 1271 por musulmanes en contra de los soldados italianos
católicos que habían degollado a campesinos islámicos cerca de Jerusalén,
carecen de prestigio.
Dado lo anterior, ¿a quién se le ocurre
nominar "Cruzada Nacional Contra el Hambre", a lo que posiblemente sea
un buen proyecto?
No se olvide que, entre otros contras,
las famosas cruzadas mintieron en su propósito. No fueron a rescatar al sagrado
sepulcro de Jesús Cristo, de manos infieles, sino el tratar de abrir nuevas
rutas y mercados al comercio de la ambiciosa Europa de aquellos tiempos.
Como en muchos casos, lo religioso
sirvió de alcahuete a los bajos instintos del fenómeno económico imperante.
México no requiere de ninguna
"cruzada". Lo que necesitamos es rediseñar un nuevo y superior
sistema alimentario mexicano, ya que las deficiencias de actual han generado, en
las últimas tres décadas, "un millón 300 mil muertos infantiles,
evitables", según denuncia el doctor Abelardo Ávila Curiel, distinguido
investigador del Instituto Nacional de la Nutrición, en la entrevista concedida
al periodista Antonio Cerda Ardura.
Desde luego que el problema del hambre
es grave; así lo ha reconocido el Presidente Enrique Peña Nieto, y está a la
vista de todos. Empero, si uno lee el decreto que se publicó al respecto en el
Diario Oficial de la Federación el 21 de enero del 2013, emitido desde Las
Margaritas, Chiapas, observa sólo generalidades, y esto confunde, motivando
desconfianza inicial.
Los cerca de 18 considerandos de ese
decreto, sus 14 artículos más sus 4 transitorios, con los dos anexos, tienen
por objeto establece un sistema nacional parecido a los ya integrados
burocráticamente para otros menesteres, con las mismas secretarías existentes
en el Poder Ejecutivo Federal, con los mismos presupuestos, y con las mismas
explícitas e implícitas atribuciones que desde hace mucho tiempo tienen
conferidas, por similares preceptos.
En el artículo primero del decreto en
cita se dispone que "La Cruzada contra el Hambre es una
estrategia...", o sea, un conjunto de acciones coordinadas para conseguir
un fin preciso. Y esto, precisamente, es lo que falta, señalar las acciones
concretas, indicar la forma específica de coordinación, y marcar las metas
claras.
Se externa en el decreto que dicha
cruzada "está orientada a la población... constituida por las personas que
viven en condiciones de pobreza multidimensional extrema...", sin
clarificar en qué consiste lo "multidimensional", y cómo se mide aquí
lo "extrema"; y, sobre todo, qué debe entenderse por hambre para el
efecto, ya que enreda más las cosas el expresar que las personas afectas son
las que "presentan carencia de acceso a la alimentación."
Tanto recoveco lingüístico da más
hambre, o la ahuyenta.