Puede que no nos gusten los fondos poco
limpios de la economía estadunidense, pero gran parte del mundo actual tiene su
eje en ella, y nuestro país, lamentablemente, depende en porcentajes elevados
de su estructura, y su desarrollo.
Durante el año 2012 se habló y se
escribió en demasía sobre el peligro que representa "el abismo fiscal en
los Estados Unidos de América". Y desde años anteriores se avizoró tal
peligro.
Con el análisis de ese problema existen
miles de artículos, discursos y libros, dando la impresión de que hay, como
nunca, sobrepoblación de economistas.
Y es que lo importante del tema rebasa
la exclusividad de los economistas; obligando a que se maneje con mucho
profesionalismo, sin dramatismo grosero de política electoral, y al margen de
una teatralidad artificiosa.
El problema delicado es que el gobierno
de EU se encuentra sobregirado, endeudado varias veces por el monto de su
presupuesto anual. Esto, además de significar una deuda gubernativa, encarna la
realidad de que el alto nivel de vida en EU se sustenta, en un sobresaliente
porcentaje, en el trabajo y los recursos de muchos países.
La globalización ha acentuado más ese
hecho, pero su naturaleza y origen se da en el hegemonismo, o en la
explotación, dependiendo que tan descarnada queramos la frase.
Y la simple curación presupuestaria que
han efectuado las dos cámaras del Congreso de aquel país es provisional. Si
nuestros vecinos del norte hubiesen, a partir del primero de enero del 2013,
aumentado impuestos para el pueblo norteamericano, y a su vez, hubiese
recortado masivamente su gasto público, hubieran entrado en recesión segura y
complicada, arrastrando tras de sí a todo el mundo.
No olvidemos que los mercados financieros
y bancarios del planeta están, en estas épocas, pegados en la estructura
económica estadunidense.
Obama logró que las medidas del recorte
al gasto público se aplazaran por enero y febrero de este 2013. Así que puede
estallar la economía mundial en cinco semanas, pues sólo han pospuesto el
reventón.
Junto a eso, la economía de México tiene
sus propios padecimientos, por la pésima organización para producir y
distribuir lo producido, y sin embargo la aplicación de medicamentos nacionales
son para otro tipo de deficiencias.
Las medidas fiscales, monetarias,
crediticias, y de otras índoles semejantes, son superficiales. Esto significa
que no se le quiere entrar al fondo de la cuestión.
Nosotros requerimos organizarnos para
trabajar; trabajar para producir muchos bienes y servicios requeridos para
nuestro consumo y, obvio, para la venta al exterior.
También nos urge distribuir mejor todo
lo que se produzca.